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Desastres y la influencia de dios

Posted by keithcoors_00 en 5 enero, 2015

Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento logra ser Goya, pero generalmente es un desastre.

Ernesto Sábato

 


Empezamos el año con una reflexión sobre la existencia de dios y su posible influencia en la naturaleza de este planeta. Específicamente sobre la ocurrencia de desastres. Esto se me ocurrió ya que recientemente se registraron exhalaciones de dos volcanes en mi México: el Popocatépetl y el Volcán de Colima.

 

También recordé que hace algunos años (20 para ser exactos) el volcán Popocatépetl despertó después de haber estado dormitando por más de 70 años. Me resultaba curioso que ese «despertar» había ocurrido en diciembre. Mi memoria puede fallar, pero recordé que ha sido en el mes diciembre cuando Don Goyo ha estado más activo.

 

Comenté recientemente este pensamiento con unos amigos y no faltó quien dijera que esa coincidencia era porque dios estaba enviando las erupciones en temporada navideña para indicarnos que deberíamos arrepentirnos de nuestros pecados.

 

Mi respuesta fue, como era de esperarse, cuestionar la validez de ese argumento. Por ejemplo, si dios provoca las erupciones del Popocatépetl para que nos arepintamos de los pecados cometidos ¿Por qué sólo provoca la del Popo y no la de otros volcanes, o la de todos los volcanes del mundo? ¿Sólo está interesado en recibir el arrepenrimiento de los habitantes de los alrededores de este coloso? ¿Trae algo contra los chilangos, poblanos y morelenses? ¿Ahora también espera que se arrepientan los de Colima?

 

Me respondió que dios siempre está presente controlando el universo, y que si provocaba esas erupciones y otros desastres era para que los humanos fuésemos mejores, para que reinase la paz, etc., etc. Recordé entonces el argumento de don Ernésto Sábato, que da pie a la entrada y que compadece a dios porque no siempre logra controlar la materia del universo. La argumentación terminó allí, pero no mi curiosidad así que seguí buscando más información al respecto.

 

Desde la antigüedad ya se culpaba a «las estrellas» de los desastres (de ahí su nombre). Una definición de desastre se puede ver aquí:

Está compuesta por el prefijo dis- des- que denota negación o inversión del significado, como por ejemplo en: disconforme (no estar conforme) o desleal (no ser leal) y también por el sustantivo griego ástron (astro) o latín astrum o estrella. Para los griegos un desastre ocurría cuando la posición de las estrellas no era favorable en determinado momento, por ejemplo en época de cosecha o en un nacimiento (tomada de Literatura y Etimología).

 

Otra definición etimológica es la que nos da el sitio Etimologías de Chile:

Así pues, en el inconsciente popular, la ocurrencia de desastres ha estado asociada con algo que está más allá de nuestro alcance, al estilo de dioses o caprichosas estrellas de la fortuna. Sin embargo, ahora sabemos que las estrellas poco hacen por desestabilizar la naturaleza de esta tierra. La única estrella que puede hacerlo es la más importante para nosotros, y es nuestro propio Sol, pues nos proporciona calor, luz, estaciones. Estos aportes a su vez generan vientos, huracanes, tornados, etc. Si añadimos que nuestra propia Tierra tiene aún procesos internos activos (léase tectónica de placas), podemos entender, sin recurrir a estrellas desubicadas o dioses demandantes, la razón de los sismos y de los volcanes.

 

Contraria a lo que dice Sábato, mi opinión es que dios no puede hacer nada por manipular la materia o las fuerzas del universo, ya sea por una u otra de estas opciones:
  1. Dios existe, pero no se parece en NADA a lo que tanto se habla de él. Ni es todopoderoso, ni es omnisciente, ni está interesado en nosotros. Simplemente no puede torcer la física del universo a su antojo y mucho menos puede alterar los procesos naturales de la Tierra, ni a favor ni en contra de la humanidad.
  2. Dios no existe. Por lo tanto la naturaleza hace lo que siempre ha hecho, hagamos lo que hagamos, imploremos a quien imploremos.

 

En ambos casos la naturaleza hace lo que siempre ha hecho, nos guste o no nos guste, nos haga vivir o nos mate. En lo personal me inclino por la segunda opción, y explico la primera: si dios existe es como un ente imaginado por el colectivo humano, y con eso se cumple las condiciones de la primera alternativa. Existe pero sólo en la mente de los creyentes. La siguiente imagen ilustra el contraste de las posturas creyente – no creyente.

Imagen de entrada tomada desde http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/n2833139.htm

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El barbero de dios

Posted by keithcoors_00 en 11 agosto, 2013

Resulta imposible atravesar una muchedumbre con la llama de la verdad sin quemarle a alguien la barba.


Georg Christoph Lichtenberg


El vello facial crece, la cabellera crece y no siempre puede uno mismo podar el césped de los jardines de la propia caja de materia gris. Por lo mismo en ocasiones periódicas uno requiere de habilidosos artíficies de la tijera y la navaja para retirar el exceso de queratina. Bien, este fue el caso de su seguro servidor hace un par de días.


Contrario a mis habituales costumbres, me había dejado el cabello un poco largo porque había prometido ir a una fiesta caracterizado como un joven de la década de 1950, con copete engomado y toda la cosa. Sí pues, extraño, lo sé. El punto es que de la fiesta ya habían pasado dos semanas y la queratina seguía acumulándose en la parte superior de la mollera.


Para no trasladarme más lejos decidí acudir a una «nueva» peluquería que está cerca de casa. Nunca había ido allí así que decidí probar, me llamaba la atención la oferta de «cortes urbanos». Para este efecto decidí llevar conmigo «El Gran Diseño» de Stephen Hawking, para leer mientras me despojaban del exceso de greña. Sí, lo sé, suena bastante hipster y mamerto, pero no quería leer las revistas que pudiese haber en esa peluquería (ver foto de entrada), de aspecto tan sórdido y tan sucia en su interior. Sólo deseaba ser peluqueado mientras leía algunos pasajes del ingenio de Hawking.


Pero el destino cruel me impidió realizar mi sueño. Resulta que cuando llegué a la peluquería el artista de la tijera estaba solo y me atendió de inmediato, Así también, de inmediato comenzó a cuestionarme sobre el libro que apenas había abierto mientras me sentaba en la mugrosa silla giratoria de oficina (a falta de una típica silla ad hoc). El inicialmente amable peluquerillo se interesó por mi lectura. Me preguntó por el contenido y por el autor. Traté de explicarle con 140 caracteres el contenido (bueno, como si estuviera tuiteando, pues), indicándole que el autor presentaba cómo se había formado nuestro universo y cómo podía ser uno entre un número muy grande de universos. Pero de pronto me salió con que el libro decía mentiras, que diosito era el que había hecho todo el universo, que era a quien debíamos agradecer la vida y hasta la muerte.


Les juro amables lectores que intenté no polemizar con el animado fígaro. Pero era imposible dejar de responder sus preguntas sin pasar por un maleducado. Y antes de ser maleducado prefiero ser un ateo amable. Pero ser un ateo amable mientras te cortan el cabello puede ser riesgoso. Y me explico: Finalmente quien tiene unas afiladas tijeras y una navaja en la mano, y además está a mis espaldas, es el peluquero de dios. Y más gente muere a manos de «gente de dios» que a manos de ateos. Difícilmente uno puede argumentar racionalmente en un estado de total vulnerabilidad.


Aún así, intenté llevar la conversación por senderos no tan espinosos, y ante el embate bíblico al estilo de «Usted no cree en dios porque no lo conoce», o bien «Dios acabó con los abusos de la Inquisición (sic)», traté de explicarle al barbero que entiendo que dios existe en la mente de quienes creen en él, y que la Santa Inquisición fue muy posterior al inicio del cristianismo y que ningún dios impidió la quema de brujas y herejes de la edad media, el humilde pero necio peluquero no cejó en su intento evangelizador.


Por fortuna, el peluquero de dios no era un fundamentalista medioeval, por lo que sus movimientos con tijeras y navaja no causaron daño en mi hereje humanidad y al terminar su trabajo lo único que extrañé fue los momentos de apacible lectura de mi amado libro. Sin embargo, a la hora de pagar por el trabajo de despunte y recorte, me sorprendió mucho saber que al fígaro de percoladora le debía yo aproximadamente el doble de lo que esperaba pagar. El daño no fue a la anatomía sino a la economía. 


Invitado a no regresar para un «replay de la evangelización del fígaro percolero», también haré algo que no suelo hacer y es desincentivar a mis lectores a acudir a este establecimiento. No por la labor evangelizadora del sencillo pero tenaz barbero, sino por lo caro del servicio y lo feo del lugar. Si vienen a Cancún o ya viven aquí NO se les ocurra cortarse el cabello en el sitio indicado en el mapa de abajo (Cortesía de Google Maps). Sobre advertencia no hay engaño.


 

 

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¿Dónde se encuentra dios?

Posted by keithcoors_00 en 21 febrero, 2012

Hay algo que Dios ha hecho mal. A todo le puso límites menos a la tontería.


Konrad Adenauer


En el ambiente de Twitter en el que suelo deambular libremente (por fortuna) se puede encontrar una multitud de usuarios con opiniones diversas sobre el tema de dios. Bueno, en realidad sobre muchos temas. Política, economía, vida pública y muchos más.


Y si bien la diversidad de temas y opiniones es quizás demasiado absorbente como para explorarla a conciencia, en lo particular he buscado algunos que son fuente de solaz y esparcimiento, por lo divertido que suele ser intentar resumir (y ver los intentos para resumir) una idea en 140 caracteres. Mucha gente se desespera y ofende a las primeras de cambio. Otros más aplican sus bienamados prejuicios y argumentos ad hominem de moda. Otros pocos tienen la paciencia del supuesto Santo Job y aguantan vara escéptica (como suelo decir).


En recientes fechas he sostenido una plática con un paciente usuario de Twitter, quien se define a sí mismo como ingeniero electricista, pero cuyo rollo habitual es hablar de dios (Ejemplo: «Dios es motor de la vida»). Decía este usuario que su fe en dios se basa en romper paradigmas (Literal: «El camino de mi andar es romper paradigmas»). Esto fue lo que le sugerí, en forma provocadora (lo reconozco) respecto de de romper su propio paradigma de fe respecto a dios:


Rompe tu propio paradigma del dogma de fe. Claro, si es que te atreves.



Y su repuesta fue el siguiente tuit:



Interesante respuesta, porque al parecer lo que él argumenta como «prueba de la existencia de dios» es que se puede (o al menos él pudo) resumir la biblia en una sola página. Interesante pero absurda su respuesta, porque yo puedo resumir la biblia incluso con una sola palabra: «ENGAÑO». Y dudo mucho que eso pudiese ser la prueba irrefutable de la existencia de dios.


Claro, alguien podría refutar mi argumento diciendo que dios existe, al menos en el imaginario humano. Existe como concepto ancestral y ha sido compañero de la mente humana desde que se inventó la tradición oral. Un dios, múltiples dioses, semi dioses, diosas, entes espirituales y otras divinidades existen realmente como conceptos de la mente humana. De eso NO hay muchas dudas.


Lo que dudo sinceramente es que ese concepto trascienda el imaginario humano hasta convertirse en una realidad universal, independientemente comprobable. Y lo explico con un ejemplo. La fuerza de gravedad es sentida por todos los seres vivos de este planeta, es ejercida por nuestra Tierra y afecta las piedras, las montañas y hasta al aire de nuestra atmósfera. Puede haber miles de modelos que la describan, pero difícilmente se apartarán del modelo Newtoniano. Pero dios no es la gravedad. Al parecer, para «sentir» a dios es necesario tener fe o una especie fuerte de autosugestión.


Este usuario de Twitter me ha sugerido varias técnicas para «descubrir» a dios. La lista parcial en seguida, con mis objeciones escépticas a cada una de ellas.


  1. Ayuno (la inanición produce alucinaciones, no vale).
  2. Casi morirse (la muerte, o la casi muerte no es algo de lo que se pueda regresar con las facultades completas).
  3. Usar el hemisferio derecho del cerebro (sí, el asociado con la creatividad y con los sentimientos. Pero usarlo no necesariamente trae como consecuencia la experiencia divina. Muchos artistas creativos y sensibles son ateos).
  4. Usar la imaginación (bueno, ante este argumento no tengo más que decir: ¡Cierto! Uno puede imaginar cualquier cantidad de dioses, como lo muestra la historia humana).


Así que, intentando responder a la pregunta que sirve de título a esta entrada, mi apuesta educada es que, lo más seguro, el lugar de dios esté en la mente humana. Desde ahí puede servir para muchas cosas, indudablemente, desde fundar exitosas iglesias (desde el punto de vista financiero, de lo cual doy fe en la imagen de entrada* que muestra que la República Mexicana, portada por un cruzado, es propiedad de Jesucristo), hacer guerras santas, asesinar enemigos, perdonar a los que nos ofenden y no caer en la tentación.


Incluso para tener un espacio más limpio: En la Cd. de México es posible evitar los tiraderos clandestinos de basura en plena vía pública colocando un modesto altar con alguna imagen «divina», jesucristo, la virgen y así, por el estilo.


*Imagen de entrada: Anuncio de una especie de «iglesia» que se llama «Mundo de Fé», Cancún, Q.R. México.


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Antony Flew: El ateo que se convirtió en deísta

Posted by keithcoors_00 en 22 abril, 2010

Si no está en nuestro poder el discernir las mejores opiniones, debemos seguir las más probables.

René Descartes



Un homenaje a Anthony Flew (1923-2010) por Kenneth Grubbs
Desde e-Skeptic
Traducción y comentarios: KC




Siguiendo el argumento hasta sus últimas consecuencias


Una erizante ráfaga fría barrió el incoloro cielo casi nocturno sobre Reading, Inglaterra, una noche a principios de este año. En un clima misteriosamente (tal vez incluso conmovedoramente) similar se encontraba mi profundo placer por hablar largo y tendido con la deliciosa y encantadora Annis Flew, esposa del ahora famoso Antony Flew, quien, después de casi 70 años defendiendo vigorosamente el ateísmo al parecer cambió de opinión. Antes de morir, a los 87 años, Flew se consideraba a sí mismo un deísta. Al menos eso es lo que Annis puso en claro para mí cuando hablamos en enero.



Flew, El Hombre

En la Universidad de Oxford, durante la devastada (por la guerra) década de 1940, un grupo de estudiantes de licenciatura, presidido por C.S. Lewis, se reunían cada lunes por la noche debajo de la tierra en la Sala Junior Común del Colegio St. Hilda para debatir con pasión el cristianismo y el ateísmo.


Este grupo de élite, conocido como El Club Socrático, fue el «centro intelectual de Oxford». En su esencia se encontraba la máxima socrática de «Siga el argumento hasta sus últimas consecuencias», un principio que guió a Flew durante toda su vida. Fue aquí en el Club Socrático en 1950 que un Flew de 27 años de edad presentó su primer trabajo relevante, Teología y Falsificación. También fue aquí en Oxford que se encontraría con Annis, la mujer que se convertiría en su esposa y amiga de toda la vida vida y la mujer con la amabilidad y la constante voz con quien hablaría una crujiente noche de enero, unos 60 años después.


El Profesor Flew fue autor de más de 35 libros y ensayos sobre temas filosóficos tan diversos como el libre albedrío y el determinismo, la delincuencia, la evolución, la lógica, la ética y el lenguaje. Sus obras más importantes incluyen Dios y la Filosofía (1966), La presunción de ateísmo (1976), y ahora, por supuesto, Hay un Dios: Cómo el Ateo más Notorio del Mundo cambió de opinión (2007). Traté de obtener acceso a profesor Flew para esta historia, pero él estaba en un Centro de Cuidado Intensivo en Reading, Inglaterra, cansado, confundido, y entre las garras paralizantes de la demencia avanzada. Había estado allí así por más de un año, y Annis me informó de que «Tony es rara vez consciente de su entorno». No habría ninguna entrevista.



Flew, El Libro

Hay un Dios fue publicado en 2007 por Harper One, el sello editorial de Harper Collins enfocado predominantemente en el trabajo religioso y espiritual. El libro es «acerca de por qué he cambiado mi modo de pensar» escribe Flew. Su nombre aparece en letras grandes en la portada. Debajo de su nombre, con un tipo de letra mucho más pequeño, se lee «con Roy Abraham Varghese.» A partir de la portada también aprendemos que el libro es el ganador «Premio al Libro de la revista Christianity Today.» Esto es un honor curioso, dado que el deísmo casi no comparte nada con el cristianismo, ni ninguna otra religión, pero lo más importante, Annis me informó sin dudar que «Tony nunca llegó a reconocer ninguna de las religiones reveladas».


Roy Varghese escribió el prefacio de 18 páginas. La introducción está escrita por Flew, que abarca cuatro y media páginas. En esta introducción viene la tempestuoso frase con la que Flew se retracta, «ahora creo que hay un Dios». Hay dos apéndices. Roy Varghese escribe el primero. Su argumento de 22 páginas es una parte de aporrear al «Nueva Ateo», y dos partes de argumentación pesada. El Obispo N.T. Wright, un erudito del Nuevo Testamento de Oxford, escribe el segundo apéndice. Antes de que Wright comience su ensayo de 28 páginas, «La Auto-Revelación de Dios en la historia humana: Un Diálogo sobre Jesús«, hay un párrafo breve en el que Flew invita a Wright para contribuir, una invitación un tanto extraña proviniendo de un deísta.



Flew, La Controversia

En diciembre de 2004, 54 años de agobiante batalla después de que Teología y Falsificación fue introducida por primera vez en el Club Socrático, una vida de trabajo se fracturó para siempre cuando la Associated Press publicó la historia de que Antony Flew, famoso filósofo británico y ateo, «ahora cree en Dios» . En 2007, poco después de la publicacipon del libro de Flew, Mark Oppenheimer escribió un ensayo en la revista New York Times (» El giro de un ateo «, 4 de noviembre), para el cual entrevistó a los dos, Flew y Varghese. Hablé con Mark en febrero, quien me dijo que el Profesor Flew le informó sin ambigüedad que no escribió el libro. «Esto es realmente la hechura de Roy», dijo Flew, «Él me lo mostró y dije que estaba bien.» Cuando Oppenheimer entrevistó Varghese, él también declaró que el libro fue su idea, y que él (Varghese) «hizo toda la escritura original», pero que el «material sustantivo» proviene de trabajos anteriores de Flew. Oppenheimer describe a Varghese como un apologista cristiano, así como un «cruzado para (y patrocinador financiero financiero de) aquellos que creen que la investigación científica ayuda a verificar la existencia de Dios». Varghese se reunió con Flew en una conferencia en 1985.


Con posterioridad a la historia de Oppenheimer, Varghese escribió una carta al editor de la revista New York Times: «Primero las buenas noticias: Antony Flew está vivo y bien (física y mentalmente)» («Dudando de Antony Flew,» 5 de noviembre de 2007. Esta carta fue escrita un año antes de que Flew requirirera hospitalización por demencia).


Cuando hablé con Mark me recordó que Harper One no estaba totalmente satisfecha con la prosa de Varghese, de modo que le pidió a Bob Hostetler, un pastor evangélico, que reescribiera muchos de los pasajes, «Para que fuese más amigable al lector», según Varghese mismo. ¡Así que el escritor fantasma tenía un escritor fantasma!


En esencia, entonces, dos terceras partes del libro de Antony Flew es en realidad la escritura de Roy Varghese para Flew, con una parte indefinida escrita por Bob Hostetler para Varghese. El tercio restante del libro es de la ecritura de Varghese como Varghese, tomando los aporreos pueriles contra los «Nuevos Ateos» en el Apéndice A; y el obispo Wright en el Apéndice B, escribiendo como el obispo Wright, presentando su disertación cristiana de 28 páginas. Como Annis dijo: «Todos esos cristianos [estaban] tratando de meterlo a su seno». Sin embargo, casi increíblemente, en ninguna parte de Hay un Dios se divulga esta información. Las omisiones por sí solas son inquietantes. «Lo más decepcionante para mí», me dijo Oppenheimer, reflejando un claro candor, «es el cinismo de la industria editorial. Ellos sabían que cometieron un error, y nunca se dieron la oportunidad de corregirlo».


Roy Varghese se negó a mi solicitud para una entrevista. Él me envió por correo electrónico una declaración escrita destacando tres puntos. En primer lugar, explicó que las declaraciones plasmadas en el libro han sido realizadas por Flew también en otros foros. En segundo lugar, Flew firmó el manuscrito del libro varias veces. Y en tercer lugar, Varghese organizó una reunión especial con la participación de sí mismo, el Profesor Flew y el Prof. Richard Swinburne, famoso apologista cristiano y amigo de mucho tiempo de Flew. La intención expresa de la reunión fue para que Swinburne evaluara las opiniones genuinas de Flew, así como su calidad. Swinburne escribió una declaración proclamando la captación del material de Flew, lo que sugiere que la posición de Flew fue «la mayor parte del camino hacia el cristianismo.» (Varghese tuvo la amabilidad de enviarme una copia de la declaración de Swinburne).


El hecho de que Varghese sintiera la necesidad de una confirmación de terceros a la capacidad de Flew es motivo de preocupación. Y después de haber decidido que esta confirmación era necesaria, habría sido más convincente haber tenido una tercera persona verdaderamente independiente, en lugar de un apologista cristiano, presidiendo esta reunión.


De los tres importantes puntos que Varghese quería que yo supiera, el punto número tres niega los puntos uno y dos. Si la capacidad de Flew era cuestionable para Varghese, entonces la credibilidad de expresar sus puntos de vista recién descubiertos en otros foros y la firma de los manuscritos no es convincente.


En este momento entonces, tras haber examinado la controversia, después de haber considerado la edad de Flew y su capacidad, y habiendo examinado los motivos potencialmente sesgados de quienes le rodearon, nuestra historia finalmente se cruza con su propósito. En pocas palabras, esas payasadas no son relevantes para nosotros aquí. ¿Por qué? Debido a la máxima socrática tan cara para el corazón de Flew es no seguir al hombre, sino seguir el argumento. El Profesor Antony Flew afirmó que él es un deísta; así se estipule. Vamos a seguir el argumento y ver a dónde conduce.



Flew, El Argumento

Cuando alguien abandona sus convicciones de toda la vida, cambia de opinión, y escribe un libro para explicar todo esto, deberíamos esperar un razonamiento nuevo y dramático. Sigamos el argumento escrito en Hay un Dios.


«La ciencia proyecta tres dimensiones de la naturaleza que apuntan a Dios», el argumento comienza en serio, invocando sumariamente la autoridad de la ciencia. «El primero es el hecho de que la naturaleza obedece leyes. La segunda es la dimensión de la vida, de seres  inteligentemente organizados e impulsados por sus propósitos, que surgiieron de la materia. El tercero es la existencia misma de la naturaleza».


Téngase en cuenta que estos puntos no son más que observaciones para las que la ciencia busca evidencias. Son, en sí mismas, no una evidencia por sí, ni «apuntan» hacia cualquier cosa, a pesar de las implicaciones semánticas de lo contrario.


El argumento continúa: «¿Cómo las leyes de la naturaleza llegaron a ser? ¿Cómo surgió la vida como un fenómeno a patrir de materia sin vida? «Y por último:» ¿Cómo es que el universo, al que nos referimos como todo lo que es físico, llegó a existir?»


Las tres observaciones científicas que precedieron a las preguntas han sido cuidadosamente elaborados en las preguntas de las que la inferencia, según los autores, sólo puede ser Dios. Dicho más simplemente, la conclusión tácita que hemos de deducir es, ¿qué otra cosa podría ser, sino Dios? Esta es la columna vertebral del argumento del deísmo. La verdad enigmática que mantiene confundidas a la biología y a la cosmología por estas cuestiones, ha sido reconstituida en forma creativa como supuestos elementos de prueba.


Flew / Varghese argumentan que, «Tal vez el más popular e intuitivamente plausible argumento para la existencia de Dios es el llamado argumento del diseño». Habiendo leído cientos de páginas de argumentos magistralmente construidos a partir de la formación clásica de este filósofo de Oxford, en mi opinión el Profesor Flew se estremecería ante la idea de que se utilicen las declaraciones «popular» o «intuitivamente plausible» como argumentos a favor o en contra de cualquier cosa. Ellos escriben: «Lo que creo que el material del ADN ha hecho es demostrar, por la complejidad casi increíble de las combinaciones que se necesitan para producir la vida, que la inteligencia debe haber estado involucrada».


Considere este pasaje de Dios y la Filosofía, escrito por Flew en 1966: «Ciertamente es adecuado sentir el asombro en la contemplación del ojo humano o de las células vivas. Pero no hay explotación, no obstante impresionante, de las limitaciones y potencialidades de los materiales que diese una buena base para inferir la Omnipotencia. «Entonces, ¿qué cambió? ¿Se hizo más compleja la complejidad? ¿El diseño llegó a ser mejor diseño? ¿Los logros de Flew, «impresionantes de cualquier forma», son desvirtuados por la complejidad del ADN?


Otra piedra angular de cualquier argumento para el deísmo es el Principio Antrópico. Flew / Varghese presentan el peso del electrón, la velocidad de la luz, y la constante gravitacional para demostrar que el universo es demasiado «finamente ajustado» para ser accidental. Una vez más, estas observaciones de fondo no contribuyen en nada sustantivo – son simplemente afirmaciones sobre el universo, no paquetes de datos – para mantener la misma implicación engañosa ¿qué otra cosa podría ser, sino Dios? Los autores concluyen: «La única explicación satisfactoria para el origen de esta ‘vida auto-replicante y orientada a metas’ como la que vemos en la tierra, es una Mente infinitamente inteligente«. La lógica ofrecida falla como argumento, porque nos obliga a aceptar la falta de conocimiento como conocimiento, y la falta de evidencia como evidencia. Esto es Argumentum ad Ignorantiam, o apelar a la ignorancia. Es también la falacia de la carga de la prueba, que establece que si no podemos probar que X es falsa, entonces X es verdadera; la incapacidad de refutar X se convierte en la prueba de X. El argumento es inválido, por supuesto.


A Bertrand Russell le gustaba sugierir que una tetera orbitaba el sol un poco más allá de Marte, y como nadie podía refutar su afirmación, eso la convertía en verdad. Si seguimos la línea de este razonamiento, debemos aceptar la conclusión de que entre más nos falte la evidenciamayor es la probabilidad de que Dios exista. El argumento hace señas para que Dios se defina como «la suma de todo el conocimiento todavía no adquirido.»


Esta fue la razón por la que Flew escribió La presunción del Ateísmo en 1976. Fue escrito para reflejar la máxima legal, Ei incumbit qui libertad condicional Dicit, no qui negat, o «La carga de la prueba recae sobre la proposición, no en la oposición». Flew señaló en ese libro: «Si es que se establece que hay un Dios, entonces debemos tener buenas razones para creer que esto es efectivamente así. Hasta que o a menos que algunas de estas dichas razones sean producidas, no tenemos literalmente razón alguna para creer». La ausencia de evidencia difícilmente califica como «buenas razones» para nada, mucho menos para dios, y por lo tanto nuestras expectativas para hacernos una idea epifánica para saltar a las páginas de este libro y nos ayude a comprender el fundamento de la retractación del Profesor Flew, han sido ampliamente defraudadas.


El paisaje de la ciencia ha cambiado en proporciones casi irreconocibles desde los años mozos de Flew. Sin embargo, no es razonable – e incluso es irracional – sugerir que la posición original de Flew oponiéndose a la complejidad como un argumento a favor de una Mente Divina era sólo una cuestión de grado. Si la complejidad es un pobre argumento para la existencia de Dios (y lo es), entonces el grado de complejidad es un atributo irrelevante.



Flew, la conclusión

Como especie, nuestra hambre de respuestas es insaciable. Tan desesperadamente hemos de entender el universo que nos rodea, que por siglos incontables nos hemos negado a aceptar cualquier «intersticio» en ese entendimiento. Fenómenos inexplicables son las zonas de desove para las historias de fantasmas, monstruos marinos, abducciones extraterrestres, y una Mente Divina.


Antony Flew lo entendió tan bien como cualquiera. Dedicó toda una vida de enérgica argumentación intelectual contra la presunción de Dios. Hoy se nos pide aceptar que él cambió de opinión. Con un asterisco a la mano, aceptamos.


¿Podríamos elaborar un argumento convincente «apuntando» hacia su edad y su capacidad como factores que podrían mitigar un cambio de esta magnitud? Podríamos. ¿Existen incertidumbres que podrían justificar una duda sostenible sobre las intenciones de los individuos que rodearon a Flew, en lo que respecta a su «conversión» y la curiosa construcción y autoría del libro? Las hay. ¿Deberían los editores tener alguna responsabilidad para prevenir de malas interpretaciones sobre la divulgación de los aspirantes a escritores fantasmas? Deberían.


Hay pocas esperanzas de conciliar al Antony Flew de 87 años, con el Antony Flew de 27 años. ¿Cambió su modo de pensar, o su modo de pensar le cambió a él?


La historia registrará a Antony Flew como un deísta; Annis Flew confirma eso para todos nosotros. La historia, me temo, se convierte en un involuntario cómplice, manchado para siempre.


Con aspectos tan variados de esta historia, es fácil olvidar lo que más importa. Antony Garrard Newton Flew, filósofo, profesor, autor, pionero ateo, y marido devoto, se ha ido para siempre. Durante más de 60 años, este pensador, este hombre de gran intelecto, marchó a un ritmo diferente y siguió el argumento. Le debemos mucho.


Como último de la vieja guardia, el entusiasmo del Profesor Flew merece ser descrito con admiración y respeto para un distinguido filósofo. Como me dijo Annis, con un acento que recuerda a la realeza británica y su voz nunca vacilante: «Estoy muy orgullosa de haberlo conocido».
Fotografía de Anthony Flew por John Lawrence
(Reprinted with permission from the copyright holder the Skeptics Society and Skeptic magazine, www.skeptic.com)

Comentario:


En el debate contínuo por mostrar al mundo que hay una realidad alternativa (léase seres extraterrestres tripulando naves espaciales y apareciéndose durante los sismos terrestres, energía libre, comunicación con los muertos, cambios universales en el 2012, etc.), el ejército de crédulos lidereados por un grupo de pregoneros de la nueva era, pseudo científicos, espiritualistas de ocasión y desinformadores profesionales, utiliza sin cansancio las falacias que en este artículo se mencionan, como la falacia de la ignorancia como conocimiento, el llamado de la autoridad (o seguir al hombre en vez del argumento), la carga de la prueba y muchas más.


No se trata de negar rotundamente la existencia de esos conceptos extraordinarios; se trata de puntualizar la falta de seriedad y estructura a la hora de abordar dichos temas y buscar a toda costa convencer a los demás de que la falta de evidencias (y la imposibilidad de mostrar evidencias en contra) ES la evidencia que prueba su autenticidad.


Es una lástima que la gran población desconozca el modo en el que Sócrates buscaba seguir el argumento hasta sus últimas consecuencias. Bueno sería que ese modo de buscar el camino de la verdad se enseñara en las escuelas. Otro gallo cantaría.


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La falsa muerte intempestiva para los ateos burlones

Posted by keithcoors_00 en 8 noviembre, 2009

Para ti soy ateo. Para dios, la oposición.

Woody Allen


Un archivo de Power Point anda circulando como cadena desde hace años por la red, espantando a incautos sobre lo que puede pasar a quienes se burlan de dios o quienes por alguna razón han usado su nombre para cosas vanas. El nombre del archivo es: CONOCIAS_ESTOS_HECHOS
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Algunos textos de este mensaje son:

¿CONOCÍAS ESTOS HECHOS? SEGURO QUE NO LOS SABIAS HASTA AHORA

¡La muerte es cierta, pero la Biblia habla sobre la muerte intempestiva!

Haga una reflexión personal sobre esto…..

Muy interesante, lea hasta el final….. Escrito en la Biblia (Galatians 6:7):

No se engañe; ‘De Dios nadie se burla, en absoluto, lo que un hombre ha sembrado,  eso debe él recoger…’

Aquí están algunos hombres y mujeres que se burlaron de Dios:

Algunos años antes, durante su entrevista con una revista americana, él  dijo:   ‘La Cristiandad acabará, desaparecerá.  Yo no tengo que discutir sobre eso. Yo  estoy seguro.  Jesús era OK, pero sus asuntos eran demasiado simples.  Hoy nosotros somos más  famosos que Él’ (1966). Lennon, después de decir que los Beatles eran más famosos que Jesús, le dispararon seis veces.
Bueno, pues además de que los datos son erróneos (torcidos al menos), pues Lennon murió hasta 1980, en realidad hay MUCHA gente que hace eso, burlarse de dios, y no se muere intempestivamente como lo dice el mensaje. Y lo contrario también pasa, gente buena, religiosa y con fe, que se muere intempestivamente, muchas de ellas a manos de «fieles cristianos».
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En el primer grupo hay todo un sector de la sociedad que practica un ateísmo bastante activo. Menciono el ejemplo claro de Alberto Montt, quien con su blog ateo Dosis Diarias, continuamente se burla de dios y de la religión judeo-cristiana en general. Aquí un ejemplo de su obra gráfica:
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Como su blog ya lleva varios años en este ciber espacio y tiene cientos de seguidores, deduzco que aun está vivo y coleando, por lo que, o bien dios no sabe de su existencia (y por lo tanto no le ha castigado por su cotidiana irreverencia con una muerte intempestiva), o bien no hay un dios que esté vigilando lo que él (y un ejército de ateos) hace.Yo mismo soy un ejemplo vivo de que no hay tal castigo. De joven solía amenizar las fiestas y reuniones con chistes sobre dios, como el que ahora reproduzco aquí:

«Estaba Poncio Pilatos festejando su cumpleaños y sus soldados decidieron darle una sorpresa llevándole al sitio donde Jesús estaba crucificado. Ante esto Pilatos preguntó a sus soldados – ¿Qué de extraordinario tiene este Jesús? – A lo que los soldados le dijeron – ¡Acércate y verás!

Se acerca Pilatos y nota que Jesús balbucea palabras que no alcanza a escuchar. Se acerca más pero aún no entiende lo que dice, hasta que pide una escalera y se acerca a escasos centímetros de su cara. Lo que Jesús balbuceaba era – Japi berdei tu yu….«

Este chiste lo conté cientos de veces y aunque ya no me parece tan gracioso como hace años, a la gente le hacía reír. Y ni a mi público ni a mi nos vino esa muerte intempestiva.

Así que, si es sólo para probar que no pasa nada si uno se burla de dios, como para quizás mostrar que no hay tal dios, muchos nos burlamos de ese concepto. Muchos lo seguirán haciendo y seguirán tan contentos y felices como siempre. El miedo que los creadores de esta vulgar cadena quieren hacer sentir a sus lectores, no es un acicate para este grupo ateo: Ya lo decía Bertrand Russell en su ensayo titulado «Por qué no soy cristiano»

La religión se basa, principalmente, a mi entender, en el miedo. Es en parte el miedo a lo desconocido, y en parte, como dije, el deseo de pensar que se tiene un hermano mayor que va a defenderlo a uno en todas sus cuitas y disputas. El miedo es la base de todo: el miedo de lo misterioso, el miedo de la derrota, el miedo de la muerte. El miedo es el padre de la crueldad y, por lo tanto, no es de extrañar que la crueldad y la religión vayan de la mano.

Pero analicemos el caso contrario, el de gente buena, religiosa y con una fe grande en dios, sufre los embates de los jerarcas de la religión, como en caso de los llamados Cátaros. Este grupo de cristianos llevaron el concepto de bondad hasta sus últimas consecuencias. Dice el libro de Stephen O’Shea «Los cátaros, la herejía perfecta» (O’shea, Stephen – Los cataros, la herejia perfecta):

Para los cátaros, el mundo no era obra de un Dios bueno, sino la creación de una fuerza de las tinieblas, inherente a todas las cosas. La materia era corrupta, por tanto no tenía nada que ver con la salvación. Había que hacer poco caso —o ninguno— a los complejos sistemas ideados para intimidar a la gente y obligarla a obedecer al hombre que tenía la espada más afilada, la bolsa más llena de dinero o el mayor palo de incienso. La autoridad mundana era un fraude, y si estaba basada en cierto decreto divino, como sostenía la Iglesia, era también una rotunda hipocresía.

El dios que merecía la adoración cátara era un dios de luz, que gobernaba en el mundo invisible, etéreo y espiritual; este dios, sin interés en lo material, no se preocupaba por si alguien hacía el amor antes de estar casado, tenía por amigos a judíos o musulmanes, trataba a hombres y mujeres como iguales, o hacía alguna otra cosa contraria a la doctrina de la Iglesia medieval. Correspondía a cada individuo (hombre o mujer) decidir si estaba dispuesto a renunciar a lo material y llevar una vida de abnegación. Si no era así, seguiría volviendo a este mundo —esto es, se reencarnaría— hasta estar preparado para abrazar una vida lo bastante inmaculada para permitirle el acceso, tras la muerte, al mismo estado dichoso que hubiera experimentado como ángel antes de haber sido tentado hasta perder el cielo al principio de los tiempos. Así, salvarse significaba llegar a ser santo. Condenarse era vivir, una y otra vez, en este mundo corrupto. El infierno estaba aquí, no en cierta vida futura inventada por Roma para que la gente estuviera siempre aterrorizada.

Creer en lo que se conoce como los Dos Principios de la creación (el Mal en el mundo visible, el Bien en el invisible) es ser dualista, partidario de una idea que ha sido compartida por otros credos en los esfuerzos por abordar lo desconocido habidos durante la larga historia de la humanidad. No obstante, el dualismo cristiano de los cátaros postulaba un lugar de confluencia entre el bien y el mal: el corazón de cada ser humano. Allí, nuestro vacilante destello divino, remanente de aquel estado angelical anterior, esperaba pacientemente verse liberado del ciclo de reencarnaciones.

Incluso una descripción rápida de la fe cátara nos da una idea de lo sediciosa que era la herejía. Si sus dogmas eran verdaderos, los sacramentos de la Iglesia devenían forzosamente nulos y sin valor por el simple motivo de que la propia Iglesia era un engaño. ¿Por qué, pues, se preguntaban los cátaros, hacer caso de la Iglesia? Y más en concreto, ¿por qué pagarle impuestos y diezmos? Para los cátaros, los atavíos eclesiásticos de riqueza y poder mundano servían sólo para poner de manifiesto que la Iglesia pertenecía a la esfera de lo material. En el mejor de los casos, el Papa y sus subalternos eran unos ignorantes; en el peor, agentes activos del creador maligno.

En resumen, para los poderes existentes el catarismo era una herejía perfecta y, por tanto, inspiró un odio que casi no conoció límites. Roma no podía permitir que el éxito de los cátaros la humillara públicamente.

Para no aburrir a la concurrencia, el resultado de esta bondad predicada por los cátaros les llevó a ser exterminados totalmente, con una saña y crueldad pocas veces vista. Y créanme, ellos NO se burlaban de dios. Para finalizar esta entrada os dejo con esta frase que pasó a la historia como sello del asunto cátaro:

«Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos.» El único lema del conflicto cátaro que ha pasado a la posteridad se atribuye a Arnaud Amaury, el monje que dirigió la cruzada de los albigenses. Un cronista refirió que Arnaud dio su orden fuera de la ciudad comercial mediterránea de Béziers, el 22 de julio de 1209, cuando sus guerreros cruzados, a punto de tomar la población por asalto tras haber abierto brecha en sus defensas, se dirigieron a él en busca de consejo sobre cómo distinguir al católico creyente del cátaro hereje.
Mi conclusión es que si hay un dios, de seguro no le importa si nos burlamos de su imagen, o su forma, o las características que los humanos le hemos dado; después de todo esas mismas características han hecho posible que en su nombre se cometan atrocidades como la que se cometió contra los cátaros.
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