Ahuramazdah

El Weblog sin dogmas

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La intolerancia, el peor defecto

Posted by keithcoors_00 en 10 septiembre, 2016

Los creyentes de todas las religiones, junto con los hombres de buena voluntad, abandonando cualquier forma de intolerancia y discriminación, están llamados a construir la paz.

Juan Pablo II

 


 

Hace más de 8 años, en los inicios de este blog, escribí una entrada sobre intolerancia inspirado por las noticias sobre la discriminación de que eran objeto los chicos y chicas denominados «emos». Hoy se presenta un caso similar en mi México, pero no lo origina una forma de vestir o de contemplar la vida, sino la protesta organizada en muchas ciudades en contra del «matrimonio igualitario».


Voy a hacer un auto-plagio de esa entrada, aunque más bien es una actualización de la original, incluyendo no sólo la apariencia sino la orientación sexual de la gente y el derecho que tienen para vivir una vida plena, unidos como pareja, como familia, incluyendo el derecho a adopción y procreación (por medios no directos). Así que sin más preámbulo, aquí mi actualización:

 

¿Por qué razón somos intolerantes? ¿Que nos hace tomarla contra los que son diferentes a nosotros? ¿Realmente hay tanta diferencia entre nosotros a tal grado que somos capaces de destruir o limitar el desarrollo de lo que no es igual o parecido a nosotros, a nuestra forma de pensar, a nuestra orientación sexual, a nuestras creencias?

 

Bueno, al parecer las diferencias más grandes se encuentran en el ojo del observador, a juzgar por los últimos acontecimientos en mi querido México. Me refiero a las marchas «pro familia» (o «anti matrimonio igualitario», como se le quiera etiquetar). ¿Que tan diferentes son los homosexuales de los heterosexuales? Quizá la diferencia sea tan grande como la que existe entre zurdos y derechos, como entre rubios y morenos, como la diferencia de estaturas o de color de ojos. Finalmente todos los seres humanos pensamos y sentimos, planificamos y construimos, acertamos y nos equivocamos. Somos humanos sin importar nuestras preferencias sexuales.


 

Pero esto no es nuevo. En la década de 1960 tampoco fue aceptada la apariencia hippie, o antes la apariencia Zoot Suit (Pachuco) en la década de 1940. O sea, la historia se repite… con la misma tenacidad con la que fueron reprimidos los hippies en sus manifestaciones por el fin de la guerra en Vietnam, o los Zoot Suits por su rebeldía para enrolarse en el ejército Americano en la Segunda Guerra Mundial. Recordemos la historia de Alan Turing, creador de la máquina decodificadora que ayudó a derrotar a los alemanes durante la segunda guerra mundial, quien fue enjuiciado bajo una ley que prohibía la homosexualidad en la Gran Bretaña, historia que terminó cuando Turing fue condenado a la castración química, suicidándose al poco tiempo.


 

Actualmente no hay una guerra mundial. Pero queremos una, quizás. Una en la que el enemigo es el que usa turbante, el que tiene otra religión, el que tiene otra apariencia, el que tiene otra orientación sexual. Aparentemente nos gusta el sufrimiento que proporciona el terror de una guerra, de sus muertos, de sus horrores, de sus injusticias. Ahora queremos la guerra de la intolerancia.

 

Se puede afirmar que en el pasado remoto de la humanidad, de acuerdo con el registro fósil y de otras evidencias, la principal amenaza para la supervivencia era el acoso de otros animales más fuertes y mejor dotados para la cacería que los humanos.


 

Aprendimos a temer a las grandes bestias ya que éramos presa fácil de muchas de ellas. No somos suficientemente rápidos para huir corriendo de un león o de una manada de lobos, ni suficientemente ágiles para trepar por un árbol más rápido que un leopardo, ni suficientemente fuertes para ofrecer una respuesta directa a sus ataques, ni suficientemente protegidos para guarecernos en nuestras defensas naturales. Sólo teníamos un cerebro un poco más desarrollado, capaz de idear armas de defensa y ataque, capaz de diseñar trampas y disfraces, capaz de transmitir conocimiento a la descendencia, capaz de crear vínculos sociales para proteger a la incipiente especie, capaz de desarrollar emociones y pensamientos ligados entre sí.


 

Así pasamos varios millones de años, a merced de los depredadores, y tratando de ingeniar soluciones creativas para sortear esos peligros. Las maneras para resolver los problemas de la supervivencia se quedaron grabadas en nuestra genética y en nuestros cerebros. Al menos eso es lo que nos dice Carl Sagan en su obra «Dragones del edén», y es confirmada por Daniel Goleman en «Inteligencia Social»:


 

La neocorteza (del cerebro) del Homo Sapiens, mucho más grande que en ninguna otra especie, ha añadido todo lo que es definitivamente humano. En la evolución, la neocorteza permitió una juiciosa afinación… que ha creado enormes ventajas en la capacidad de un organismo para sobrevivir en la adversidad, haciendo más probable que su progenie transmitiera a su vez los genes que contienen ese mismo circuito nervioso.

 

 

El problema, desde mi punto de vista, es que en la actualidad ya no necesitamos tanta capacidad cerebral para defendernos de las amenazas naturales. Es decir, la mayor parte de las amenazas actuales ya no ponen en riesgo nuestra vida, y mucho menos atentan contra la supervivencia de la especie humana, aunque haya gente que aun desea sembrar el terror en nuestros inconscientes (pero de seguro con fines nada altruistas).


 

Tenemos una gran capacidad para idear tantas cosas que en nuestros días inventamos problemas, conflictos y enemigos falsos. Vemos con tanta facilidad las diferencias en los demás (incluyendo muchas especies animales) que nos sentimos amenazados por estas realmente sutiles diferencias. Y nos sentimos bien (de manera ficticia) cuando hacemos algo por acabar con ellos aunque sea de manera virtual.


 

Para mí, eso explica por qué podemos ser tan intolerantes en la actualidad. Entiendo que la intolerancia a las hienas gigantes tuviese una base de supervivencia… quizás hace dos millones de años. Entiendo que la intolerancia a la tribu vecina tuviese una base de supervivencia… hace unos 50 mil años. Entiendo que la intolerancia a una diferencia de religión tuviese una base de supervivencia… hace unos dos mil años.


 

Pero hoy ya no es necesaria tanta intolerancia. No es necesaria y hasta resulta uno de los peores defectos de los humanos. Podemos vivir y sobrevivir entre nosotros como raza humana, sin importar nuestras diferencias, y también podemos hacerlo viviendo entre las demás especies animales y vegetales, si somos conscientes de que podemos usar nuestra capacidad cerebral sobrada para:
  • Adaptarnos a los rápidos cambios sociales y tecnológicos.
  • Adaptarnos a las cambiantes condiciones sociales. 
  • Convencernos de que no es necesario seguir siendo tan intolerantes para sobrevivir a estos cambios. 
  • Convencernos que la mayor parte de las diferencias que observamos no nos hacen enemigos de los demás.
  • Convencernos de que las parejas homosexuales tienen todo el derecho de formar familias.

Comentario final:

La cita de entrada me parece apropiada, pues aunque la orientación de Ahuramazdah es no religiosa, pienso que las palabras de un líder religioso pueden ser tan válidas ante esta circunstancia de intolerancia, como las de un ateo, o como las de cualquier ser humano con un poco de conciencia.

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Perturbaciones ante la muerte

Posted by keithcoors_00 en 7 junio, 2013

La vida es una ininterrumpida e intermitente sucesión de problemas que sólo se agotan con la muerte.


Ingmar Bergman




Pues sí, la muerte es algo inevitable. Mueren los seres vivos, mueren las estrellas, muere el universo. Todo principio tiene un fin. Todo prólogo tiene un epílogo. Entonces, si todos sabemos eso como un hecho de este mundo ¿por que hay gente que se siente tan perturbada frente a la muerte?


Me refiero a perturbación en el sentido de incomodidad, de necesidad de hacer algo más allá de lo ordinario para sobrellevar este trance, en especial cuando alguien cercano fallece. Recientemente mi madre de 90 años de edad falleció, y si bien no me encontraba totalmente «preparado» para su deceso, la inevitabilidad razonada de este hecho impidió que me sintiese perturbado. Sin embargo, a raíz de este suceso, la gente que me rodea ha tenido reacciones muy interesantes, algunas de ellas definitivamente candidatas a ser causa de perturbación.


Para empezar, cuando alguien muere en su casa (como le sucedió a mi progenitora), es necesario que se dé aviso a ciertas instancias legales. Al parecer el protocolo inicia dando aviso a la Cruz Roja, quien a su vez da aviso a la policía municipal, quien a su vez advierte a la policía judicial y posteriormente al ministerio público. Este último es el encargado de enviar un perito forense para determinar la posible causa de muerte. Aunque si uno cuenta con un médico de confianza, éste puede extender el certificado de defunción y comunicar al perito sus hallazgos respecto a la causa del deceso. Si no se cuenta con médico de cabecera, los representantes de las funerarias que se presentan acompañando a los policías ofrecen ese servicio dentro de un «paquete». Fue perturbador enterarme que representantes de toda esta cadena de instancias estarían presentes en mi casa hasta que se certificara la causa de la muerte de mi santísima madre. Y yo digo, mucho pinche pedo para morirse, me cae.


Lo malo es que en casos como el de mi madre, el IMSS y otras instituciones públicas de salud evitan hacerse cargo de ellos. Cuando la muerte parece inevitable, estas instituciones se lavan las manos y envían a los enfermos a «bien morir» a sus casas. Lo mismo pasó con mi papá quien después de estar internado una semana en el ISSSTE de Toluca, fue dado de alta para que no falleciera en sus instalaciones. El pobre murió al llegar a casa minutos después de ser dado de alta. Pienso que con ello se evitan todo el espectáculo legal.


Y no es que culpe a estas instituciones de la muerte de mis padres. El ISSSTE no tuvo la culpa de que mi papá adquiriese efisema pulmonar por fumar 2 cajetillas de cigarros diarias. Tampoco el IMSS tuvo la culpa de que mi mamá decidiera estar casi inmóvil por meses para evitar «dolores de rodillas».


Lo que me perturbó en cierta medida fue que un grupo numeroso de personas desconocidas (entre paramédicos de la benemérita, genísaros munícipes, agentes judiciales y peritos forénsicos) deambularan por mi casa esperando algo. Sólo les ofrecí agua de sabor en vasos desechables. Y finalmente acepté una propuesta de paquete funerario que incluía certificado de defunción, incineración del cuerpo y trámite de actas ante el Registro Civil, con lo que se conjuró la asamblea de buitres uniformados que se celebraba en mis aposentos.


Una causa más de perturbación fue que un vecino me dijera que él «ya sabía» que alguien iba a fallecer en el edificio. Cuando le pregunté que cómo es que él sabia eso, me dijo que unos días antes unos perros habían aullado en la noche al pie de la edificación. Me dijo que en su pueblo eso significaba la muerte inminente de alguien en las inmediaciones. Recordé haber oído el ladrido y aullido de perros callejeros hacía un par de noches, pero la causa del alboroto nocturno era evidentemente el irrefrenable deseo de preservar la especie canina. No desilusioné al vecino con mis escépticas y prosaicas conclusiones, quien entre lágrimas pero amablemente me había dado el pésame minutos antes. Mi propio silencio fue perturbador.


Otro asunto interesante fue que las vecinas de los alrededores me pidieran permiso para «rezarle a la difuntita» de cuerpo presente. Accedí por dos razones. La primera es que mi madre hubiese querido eso precisamente, que un grupo de entusiastas pero muy piadosas vecinas le dedicaran el rezo de un rosario y otras oraciones (que más bien me parecieron canciones vernáculas sin música). La segunda es que entre este grupo se encontraba una vecina muy atractiva, quien asistió en «hot pants» al rezo colectivo. Gran motivo de perturbación, digo yo.


Cuando accedí a que le rezaran a mi fallecida progenitora les advertí a las vecinas que si bien estaría presente, no participaría activamente en los rituales, debido a mi falta de fe. Eso las perturbó un poco, pero no tanto como cuando a la lideresa de los rezos le ofrecí sólo agua de sabor al final de su homilía. Quizás ella, al igual que el ejército de uniformados, esperaba una propina que nunca llegó. Al parecer ni la legalidad ni la fe se conforman fácilmente con agua endulzada. Un aspecto que me extrañó es que para poder rezar se me pidió que acomodara la cama donde yacía mi madre de tal forma que sus pies apuntaran hacia el Este. ¿Para qué hacer eso? No pregunté, pero al parecer esa posición era la «correcta» para las piadosas damas que rezaron con fervor.


A las pocas horas de concluido el rezo vino la carroza de la funeraria para trasladar el cuerpo de mi madre a una instalación con refrigeración, para evitar su descomposición ya que sería cremado hasta el día siguiente. ¿Me perturbaba estar en la misma casa con el cuerpo inerte de mi progenitora sin más compañía? En lo absoluto. Es cierto que uno siente la falta de compañía y la mente se empeña en recordar los buenos y los malos momentos vividos con el finado. Incluso tampoco me siento perturbado ahora que han pasado dos semanas de su muerte, en las cuales sus cenizas aguardan en mi casa para ser trasladadas al Panteón Español en la Cd. de México (donde, por voluntad de mi mamá, estarán junto a las cenizas de mi papá).


Así las cosas, los momentos perturbadores de todo este trance se originaron más bien por las actitudes de las personas que por el hecho de la muerte en sí mismo. Siento mucho que mi mamá se haya ido. Me apena saber que ya no estará para ver a su más pequeña nieta en su fiesta de quince años, lo cual deseaba presenciar. Pero no me perturba. Así es la vida. Termina cuando termina, no cuando uno desearía que terminara.









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La realidad detrás de ParaNorman

Posted by keithcoors_00 en 19 agosto, 2012

La televisión destruye sistemáticamente la diferencia entre lo normal y lo anormal, porque en sus parámetros lo normal carece en sí de interés suficiente y siempre habrá entonces que enfrentarlo a una alternativa. Su criterio no es la difusión de los valores y los principios sino el provocar el mayor impacto.


Robert Spaemann




Recientemente llevé a mi hija de 9 años al cine a ver la película de dibujos animados ParaNorman. Ella la disfrutó y se rió mucho, aunque hubo momentos en que se acurrucó entre mis brazos con algo de temor. Es decir, la película cumplió su objetevo de divertir y espantar a los chicos de la sala de proyecciones, eso creo.


Incluso la historia y los «gags» me hicieron reír a ratos. Para quienes no la han visto y no piensan verla en el corto plazo, la historia trata sobre un chico, Norman Babcock, quien es capaz de ver fantasmas y hasta comunicarse con ellos. El título hace referencia al nombre del protagonista y lo relaciona con la palabra «Paranormal«, que significa o se refiere a las experiencias más allá de lo normal o de las explicaciones científicas, como eso de ver y hablar con fantasmas. En el desarrollo de la trama, Norman se ve envuelto en una serie de eventos que pueden afectar a toda la gente de Blithe Hollow, su pueblo natal. Se trata de la ancestral maldición de una bruja. Durante el ensayo de una obra de teatro que conmemora la ejecución de las brujas de la ciudad hace 300 años, Norman tiene una visión terrible del pasado de la ciudad y se ve a sí mismo perseguido como una bruja por habitantes de su pueblo.


Bien, pues toda la parafernalia que rodea a esta cinta es cuando mucho divertida, pero poco que pueda apegarse a la realidad. Y como se ha dicho en repetidas ocasiones en este espacio, de existir otra realidad paralela a la que vivimos (como para que pudiesen existir fantasmas, espíritus chocarreros, poltergeists y otros seres fantásticos y además que alguien pueda comunicarse con ellos), tendría que obedecer a las leyes del universo que alberga esa realidad. Como aún no se puede probar la existencia de esta «realidad paralela», porque de acuerdo con sus proponentes violaría todas las leyes conocidas de este universo, lo más seguro es que lo así llamado paranormal sólo esté en el terreno de la fantasía.


Pero no todo en ParaNorman es Paranormal. Lo que con mucha tristeza es cierto (al menos como un relato basado en hechos reales), es que en una época de la humanidad era posible asesinar a ciertas personas si se les consideraba practicantes de brujería, hechicería, magia, o cualquier cosa que atentara contra las creencias religiosas cirstianas de la época. Uno se entera durante la trama que Agatha, la malvada bruja que trata de vengarse de sus acusadores mediante terrorífica maldición, resulta ser una pequeña niña, quien 300 años antes murió en forma trágica por la ignorancia, la intolerancia y el miedo de los pobladores de ese lugar.


Y eso, mis estimados lectores, el hecho de que la humanidad haya sido capaz de asesinar incluso a menores de edad por haber sido declarados culpables de brujería, eso es verdaderamente terrorífico. Las historias que nos narran la maldad de las brujas quemadas en la hoguera no son más que distorsiones maniqueas sobre hechos deleznables y vergonzantes que estuvieron soportados por la más cruel intolerancia religiosa, la más oscura ceguera científica y la más terrorífica falta de humanismo. Como escribió Carl Sagan en «El mundo y sus Demonios»:


Desde luego, la brujería no era la única ofensa merecedora de tortura y quema en la hoguera. La herejía era un delito más grave todavía. Y tanto católicos como protestantes la castigaban sin piedad.


Nos menciona el inigualable Sagan que «En la última ejecución judicial de brujas en Inglaterra se colgó a una mujer y a su hija de (sólo) nueve años». Su crimen había sido provocar una tormenta por haberse quitado las medias. No puedo concebir un terror mayor que el que pudo haber sentido la chiquilla de la edad de mi hija al ser señalada, acusada y condenada por un delito que jamás pudo haber cometido. En este universo, quitarse las medias jamás podría provocar una tormenta. Las mayores injusticias de la humanidad han sido cometidas en nombre de dios y auspiciadas por la ignorancia.


Al terminar la película aproveché el momentum para hablar con mi hija sobre este tema, y aunque ella ya es consciente que lo que se proyecta en la sala es sólo ficción, me pareció oportuno mencionarle que la tragedia de Agatha pudo haber sido real. Y que sin importar que vivamos en el siglo XXI, eso puede pasar de nuevo si dejamos que la intolerancia aunada con la ignorancia se apodere de nuestras sociedades.


Después de todo, es nuestra labor como padres comunicar esas realidades a nuestros críos. Las realidades oscuras de una sociedad que gracias a la ignorancia puede volverse contra la infancia… Pero sobre todo, estamos mucho más que obligados a comunicarles la forma de exorcizar la ignorancia. Ya lee a Sagan.


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A la gente le gusta ser engañada

Posted by keithcoors_00 en 28 enero, 2012

La verdad fue un descubrimiento. El engaño un invento.


Joel Fuguet Margeli



Desde eSkeptic
Entrevista realizada por Peter Moon
Traducción de Michael Silva y KC



El psicólogo y escritor estadounidense, Michael Shermer, dice que es más fácil creer en cosas extrañas, como médiums, horóscopos y platillos voladores que pensar y cuestionar. La diferencia entre un mago y un medium es que el mago confiesa que usa trucos, mientras que el paranormalista dice que tiene poderes que le permiten leer la mente, predecir el futuro o hablar con los muertos. «Todo lo que debe decir un medium es que tiene poderes y la gente se lo cree. Es parte de la naturaleza humana», dice el psicólogo y escritor estadounidense Michael Shermer, de 57 años de edad, director de la Sociedad Escéptica y la revista Skeptic. «Nosotros no evolucionamos para dudar o tener una visión escéptica. Para esto se requiere de educación y de reflexión. Creer es más fácil». En esta entrevista, habla de los temas de su libro ¿Por qué la gente cree en cosas raras? y ataca las farsas detrás de la creencia en los platillos voladores, las brujas, la quiromancia y el espiritismo.



Época: ¿Por qué la gente cree en cosas raras?

Michael Shermer: La razón fundamental radica en nuestro cerebro, programado por la evolución para ver nuestro entorno de una manera determinada y encontrar las razones sobrenaturales para explicar los fenómenos naturales.



Época: Por favor dé un ejemplo.

Shermer: En las sociedades tribales, el hechicero es la persona que tiene el conocimiento que puede salvar a los miembros de la tribu en los momentos decisivos. Los brujos son los que saben que las plantas y las raíces tienen poderes curativos especiales. Son ellos los que decretan que una región es un tema tabú, haciéndola una zona prohibida y dando tiempo para que ahí se regenere la fauna. Años más tarde, en un momento de escasez, es el brujo que tiene el poder de enviar a los cazadores a la ubicación, salvando a la tribu del hambre. Ese tipo de poder siempre fue exclusivo de los magos, brujos y sacerdotes. Por lo tanto, creer en sus emisarios es significado de la propia salvación. Cuando el brujo dijo que podía ver el futuro, que los miembros de la tribu deberían cazar o recolectar agua en una región determinada y que la salvación de todo el mundo dependía de hacer lo que él decía, todo esto no era más que una profecía autocumplida. Es tan simple como eso.


Época: Hay quienes dicen que pueden ver cosas sobrenaturales y otros que dicen que pueden oír a los ángeles cantando y a las almas murmurando.


Shermer: Somos animales sociales y nuestro cerebro ha sido programado para reconocer las caras y expresiones faciales. Por lo tanto, tenemos una tendencia a ver las caras ocultas en las nubes, en los puntos en una cubierta o en las rocas de la superficie de Marte. Por la misma razón, todo lo que tenemos que hacer es mirar a las nubes para reconocer las formas de diversos animales. Esta es también una herencia evolutiva desde hace milenios; la capacidad de reconocer la existencia de un animal escondido en el paisaje podría significar la diferencia entre la vida y la muerte. Cualquier persona puede decir que habla con los muertos. No es nada especial. La parte difícil es conseguir que los muertos respondan. Declaraciones como estas que fueron investigadas con seriedad terminaron revelando la existencia de micrófonos ocultos en los muebles, las paredes o en el horno. Ninguna fotografía supuestamente tomada de un platillo volador sobrevivió a un examen detallado. Todas ellas han sido afirmaciones falsas, recetas creadas para engañar. Aunque es posible que algunas afirmaciones paranormales, ufológicas o psíquicas podrían llegar a ser ciertas, la verdad es que hasta ahora todas ellas han sido falsas y, probablemente, la mayoría de ellas no son más que puras farsas.


Época: ¿Por qué las mujeres parecen creer más en las cosas extrañas que los hombres?


Shermer: Eso no es cierto. Hombres y mujeres, indistintamente, tienen la misma tendencia a creer esas cosas. Lo que cambia es el tipo de cosa extraña. Las mujeres creen más en los mediumss, espiritistas, adivinos, brujería, amuletos, medicina alternativa y curanderos. Los hombres prefieren creer en el creacionismo, lo paranormal, la pseudociencia, y los ovnis.


Época: ¿Por qué la gente puede diferenciar entre un mago profesional que hace trucos de magia de y un medium que dice que está usando lo paranormal?


Shermer: Debido a que el mago confiesa que hace un truco, pero no revela el secreto. Esto tiene razones históricas. La magia es tan antigua como el arte de predecir el futuro. Hace muchos siglos, durante la Inquisición, los magos que se ganaban la vida en las ferias regionales de la Europa medieval tuvieron que declarar que no eran brujos. Ellos confesaron que usaron trucos para no terminar en una hoguera. Sus confesiones retiraron el aura sobrenatural que tenían los magos profesionales, que nunca, hasta este día, han sido capaz de devolver.



Época: ¿Qué hay de los adivinos?

Shermer: La mayoría de ellos terminaron en la hoguera. Adivinos y médiums fueron perseguidos debido a una supuesta posesión de poderes sobrenaturales. Afirmaban que predecían el futuro e influenciaban los destinos de la gente. Pero esos eran exclusivos atributos de la Iglesia Católica. Los inquisidores mismos que fueron suaves con los magos no eran tan tolerantes con los adivinos y agoreros, todos ellos etiquetados como brujos y seguidores de la magia negra. Mediums y charlatanes de hoy no enfrentan los mismos riesgos. Por lo tanto, pueden decir sin temor que tienen visiones, que hablan con los muertos, que ven el pasado, presente y futuro, o afirman que pueden leer el futuro o influir en su destino, mirando las cartas del Tarot, las líneas de la palma de la mano de la mano, la alineación de los planetas de una carta astrológica, los reflejos de una bola de cristal o el papel secante en una taza de café.



Época: ¿Por qué la gente insiste en creer que esas afirmaciones son verdaderas?

Shermer: Porque los mediums dicen que son verdaderas. Todos los mediums, los brujos y los santos tienen que decir es que tienen visiones y que pueden predecir el futuro para que la gente les crea. Es parte de la naturaleza humana. Nosotros no evolucionamos para dudar o preguntar. Desarrollar un espíritu crítico y tener una visión propia del mundo requiere de educación, reflexión y tiempo. Tener fe es mucho más fácil. La gente prefiere ser engañada.


Época: Los que requieren dinero a cambio de un bien o servicio que no existe puede ser procesados por la justicia. ¿Por qué no se aplica esto al «trabajo profesional» de adivinos y médiums?


Shermer: Debido a los adivinos y los paranormalistas se protegen detrás de los derechos universales y la libertad de palabra, expresión, reunión y religión. Es muy difícil o casi imposible probar que alguien no escucha voces interiores o que habla con los ángeles si esa persona dice que lo hace. Los religiosos y los creyentes de las religiones oficiales podrían ser investigados y procesados precisamente por las mismas acusaciones, porque sus religiones aceptan donaciones de dinero al igual que los adivinos. Sus miembros también alegan tener un contacto directo con lo sobrenatural, como los adivinos.



Época: ¿Por qué la gente inteligente cree en cosas raras?

Shermer: Para el título del libro elegí llamar «cosas raras» al grupo de creencias y engaños proclamados por los médiums y los paranormalistas. Una palabra más correcta sería farsa o engaño. Son actos en general para eludir y engañar. En ciertas circunstancias, pueden ser clasificados como delirios, cuando sus devotos creen que vivieron o vivieron una experiencia extraordinaria, extrasensorial e inexplicable. Sin embargo, hay una explicación para todo. Los que se informan y creen en esas fantasías se basa en dos posibilidades. O es alguien que tiene un papel activo en la farsa o es alguien que ha perdido la razón y es un enfermo esquizofrénico, y por lo tanto ha tenido una alucinación. El estado alterado de conciencia puede ser una consecuencia de la ingestión de un alucinógeno como la ayahuasca, el mezcal o el LSD. Episodios psicóticos también pueden ser causados ​​por la privación del sueño y fatiga extrema. Para todo hay una explicación lógica. Si esto convence a un creyente o una persona enferma es otra cuestión.



Época: ¿Qué piensa usted acerca de la religiosidad y el sincretismo humano?

Shermer: Yo soy ateo y optimista. Hasta la Edad Media fuimos una especie controlada por la fe y dominada por ciertas creencias y temores. Hoy en día, decenas de millones de personas en muchos países se declaran ateos. La religiosidad, al menos en Europa y los Estados Unidos está en retroceso año tras año.



Época: No es así en Brasil y otros países en desarrollo.

Shermer: A medida que sus niveles de vida, de educación superior y de ciencia aumentan, se reduce el porcentaje de los religiosos en la población. Es inevitable. Todos los gobiernos deben invertir en educación de alta calidad.



Época: Un argumento a menudo utilizado por los religiosos al descalificar a los ateos es que optaron por no creer en un Dios y que esa es su creencia.


Shermer: Si los religiosos quieren creer en un Dios bondadoso, en un paraíso con 100 mil vírgenes, o lo que sea, no me importa. Los religiosos no me interesan. Lo que me interesa son los cientos de millones de personas que no siguen ninguna religión y que nunca van a la iglesia.


Época: Esto significa que en su punto de vista ¿la religión es inofensiva?

Shermer: El problema comienza cuando los seguidores religiosos usan la religión para atacar rascacielos con aviones, explotar bombas en clínicas de aborto (en los Estados Unidos), mutilan mujeres, restringen las libertades individuales y cambian la legislación para evitar la enseñanza de la evolución.


Reprinted with permission from the copyright holder the Skeptics Society and Skeptic magazine, http://www.skeptic.com


Imagen de entrada: Radiografía del infame GT-2000


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Día de los inocentes y el GT-200

Posted by keithcoors_00 en 28 diciembre, 2011

Inocente es quien no necesita explicarse.




Recuerdo que cuando era niño, allá por el siglo pasado, la gente a mi alrededor solía hacer de cada 28 de diciembre una especie de «fiesta del engaño y la mentira». Recuerdo que hasta en la calle se instalaban puestos improvisados en los que se podían comprar miniaturas de utensilios caseros y otros artefactos, los cuales tenían el propósito de ser devueltos a los «inocentes» quienes en esta fecha prestaban sus pertenencias (sartenes, escobas, planchas, e incluso autos) a los astutos engañadores. Incluso se podía conseguir dinero falso (en miniatura) para devolver a los incautos.


El origen de esta fiesta del engaño y la mentira parace ser la celebración católica del mito de la matanza de infantes a manos del Rey Herodes. De acuerdo con la Wikipedia:


La iglesia católica recuerda este acontecimiento el 28 de diciembre, aunque de acuerdo con los Evangelios, la matanza debió haber sucedido después de la visita de los Reyes Magos al rey Herodes (uno o dos días después del 6 de enero).



Es decir, la iglesia fomentó el recordatorio de esta mítica masacre a través del uso de bromas y engaños orientados a los «inocentes». Mi recuerdo llega a tener presente la frase que se decía al descubrir la estafa a nuestra víctima: «Inocente palomita que te dejaste engañar, sabiendo que, en este día, de nadie te debes confiar». Curiosa frase que incitaba a la incredulidad y quizás al escepticismo.


En otras culturas se acostumbra dedicar un día al año para efectuar este tipo de engaños y bromas, como el April fool’s day o el Pescado frito de Abril. Al parecer el origen de estas fiestas se remonta a la época de los Romanos con su «Festival de Hilaria».


Pero ¿qué tiene que ver la festividad del engaño con el infame detector molecular GT-200? Recordemos brevemente que este detector, de supuesta tecnología de punta, ha sido utilizado ampliamente por el Ejército Mexicano para detectar a distancia un buen número de sustancias, como drogas, precursores químicos, pólvora, plantas (como la marihuana) y hasta cadáveres enterrados.


La relación entre ambos asuntos es precisamente la opinión de la casa sobre la adquisición de estos detectores «milagrosos» cuya efectividad ha sido cuestionada internacionalmente, y cuyo funcionamiento no tiene bases científicas ni tecnológicas, contrariamente a como se publicita (ver sitio de los distribuidores de este infame artefacto: http://www.gt200.com.mx/detector.html). Y es que en efecto, tanto la compañía que los fabrica (Global Technical Ltd. de acuerdo con la Wikipedia) como la que los distribuye en México, han hecho del Ejército Mexicano su más sonado cliente para este día de los engaños. Los han hecho «inocentes» al haberles cobrado la friolera de $22,000.00 dólares americanos por cada una de las más de 700 «varitas mágicas» (o «varitas de zahorí», como se les conoce en el argot escéptico) que se han adquirido desde 2008 (ver un ejemplo de crítica hacia esta supuesta «tecnología»: http://lonjho.blogspot.com/2011/03/los-distribuidores-del-gt200-y-otros.html).


Independientemente de la falta de efectividad tecnológica de estos aparatos, existe algo que ha rondado mi mente desde que por primera vez los ví en manos de soldados del ejército que vigilaban las calles de Jiutepec hace cosa de dos años. Si estas varitas no funcionan como una tecnología de «detección molecular remota» que, hágame usted el refabrón cabor, ni siquiera baterías necesita ¿Cómo es que funciona? ¿Cómo chinguaguas es que «dicen» que ha servido para descubrir droga oculta?


Poco he leído al respecto pero lo que se me ocurre que puede ayudarle a funcionar a estas varitas es la ignorancia de los delincuentes. La ignorancia y el temor a ser descubiertos por un medio semi-mágico. Es como los documentales de Discovery Channel en los que muestran las investigaciones del FBI apoyadas por psíquicos. No pienso que ellos crean que los charlatanes que dicen adivinar la ubicación de cadáveres ocultos y armas incriminatorias son la verdad absoluta y la última «tecnología» de investigación criminalística, al puro estilo de «La Paca» y sus descubrimientos osamentarios en la propiedad de Raúl Salinas de Gortari a finales del siglo pasado. Al final, algún delincuente ignorante, al ver el documental o al estar frente al vidente en persona, creerá que algo «más allá» de la realidad conocida es capaz de delatar sus fechorías. Habría que cuidarse de los criminales escépticos, digo yo.


La reacción de un auténtico criminal frente al uso de varitas de zahorí tecnológicas o de videntes y adivinadores podría ser detectada por personal entrenado y descubrir exitosamente lo que oculta. Aunque también el temor de gente inocente podría causar el mismo efecto, como el sonado caso de Ernesto Cayetano Aguilar, supuestamente inculpado por el infame GT-200.


Así las cosas, es una auténtica inocentada del Ejército Mexicano (por llamarle de un modo no-tan-ofensivo) pagar 22 mil dólares por una pinchurrienta varita para encontrar agua y moléculas inculpadoras, aunque la apuesta siga siendo en la ignorancia supersticiosa de los delincuentes, esperando que se amedrenten ante esta «maravilla» tecnológica y se delaten a sí mismos.



Claro, eso en el mejor de los casos. ¡Feliz día de los militares inocentes!


Imagen de la entrada, primera evidencia documental de bromas del día de los tontos de Abril en Inglaterra, circa 1857, tomada de Wikipedia.


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