Ahuramazdah

El Weblog sin dogmas

Posts Tagged ‘Psicología’

El triángulo del drama: Los beneficios de la víctima

Posted by keithcoors_00 en 17 agosto, 2010

Los cocodrilos vierten lágrimas cuando devoran a sus víctimas. He ahí su sabiduría.

Sir Francis Bacon


Continuando con el tema del triángulo del drama, en esta ocasión abordaré el papel de la víctima, uno de los más socorridos por la gente que juega a este despreciable juego.


Y es que en el estira y afloja de las relaciones interpersonales, una de las ventajas de adoptar el papel de víctima está en que la persona que se pasa por «víctima» puede manipular a quienes desea «enganchar» con su representación. Al sembrar el sentimiento de culpa sobre sus «objetivos», éstos procurarán convencer a la víctima de que no son culpables de su desgracia, quizás ofreciéndole realizar lo que la víctima desea. Algunos de los argumentos utilizados el el guión de las víctimas de este triángulo pueden verse a continuación (la liga al material de referencia está al final de cada cita, si es el caso):


Hoy con gran satisfacción doy esta noticia (que se halló vida en las lunas de Júpiter, nota de KC)… digo con satisfacción personal ya que cuando dije que existía abundante cantidad de vida en nuestro sistema solar no solo me trataron de todo sino que fue uno de los tantos motivos por los cuales me echaran de las listas. Agua, Océanos, Vida, señores sabelotodo es lo que se sabe desde hace muchos años y recién ahora se enviaran sondas con la capacidad necesaria para su estudio. (http://ahuramazdah.typepad.com/mensajes_cortos_y_frases/2008/12/rv-otrasinteligencias-hallan-vida-castellano-portugues.html).

Aquí el autor de tan desgarradora pero falsa nota, el ciudadano de Higadolandia, don Adolfo Gandín Ocampo, se quejó de que cuando él dijo que había abundante cantidad de vida en el sistema solar, lo habían tratado mal y corrido de las listas. Pobrecito, digo yo, pero es obvio que lo que le pasó (si es que le pasó) no fue por causa de haber dicho semejante cosa sin bases, como acostumbra hacer, sino por su reiterada actitud de víctima (pasando casi de inmediato a la actitud de perseguidor) y su manía por acudir a argumentos ad hominem, en lugar de aportar elementos a favor o en contra del argumento. El beneficio que espera don Gandín, adivino, es ganar adeptos que se sientan identificados con sus falsedades y apoyen su cruzada en pro de la ignorancia. Se puede ver la desmitificación de su dicho en la entrada de Ahuramazdah titulada El oficio de los promotores de la ignorancia. Pero este ejemplo no es tan grave, veamos el siguiente.


me has deshonrado
permitiste que me deshonraran
dejaste que me hirieran
permitiste que me ofendieran
te callaste cuando me insultaban,
permaneciste impasible mientras me destrozaban
no hiciste nada
no sentiste la necesidad de defenderme
no sentiste la necesidad de protegerme
no tuviste la imperiosa urgencia de sacarme de ahi y llevarme lejos
me dejaste sola
me desprotegiste
me abandonaste

En esta dolida pero ridícula queja, la autora reclama al destinatario una  supuesta «falta de protección». Cabe aclarar que la queja no se deriva de haber recibido un ataque físico, una golpiza, un asalto o haber sido víctima de una violación. Se refiere a que la autora había participado en una disputa que no era de su incumbencia. El destinatario le había advertido que de seguir actuando como «salvadora» de quienes discutían, podría salir mal parada. Aunque dispongo de la documentación que soporta esta inútil queja, no voy a referirla porque contiene los nombres de  personas que no participaron en el juego dramático y que no tendría caso exhibirles.


El beneficio que esta falsa víctima esperaba tener era lograr que el destinatario se comportara como su «falso salvador» y entrara en una discusión en la que nadie (más que los rijosos) debía participar. La forma de intentar lograrlo era a través de la manipulación de la culpa, es decir, la autora quiso hacer sentir culpable al destinatario, pero jamás se percató que si había alguien a quien culpar era a ella misma, al haber entrado en la disputa como salvadora (de una de las partes en conflicto) pero terminando como víctima de sus propias decisiones.


El siguiente ejemplo es aún más grave pues involucra a todo un pueblo, una etnia y quizás a mucha más gente.


… las y los compas del EZLN han encontrado rabia y dignidad en todos los rincones de la geografía. Rabia y dignidad que rechaza todo lo que nos viene desde el sistema capitalista, desde el poder, desde arriba.(http://www.cgt.org.es/spip.php?article1061)


La corta frase quizás no contenga demasiada información. Pero la clave la da el rechazo a lo que «nos viene… desde arriba«. Nótese que no critico el rechazo a lo que se denomina capitalismo. Eso es una decisión personal (incluso social) que nada tiene que ver con el drama. Lo que pone en el papel de víctimas a los creadores y seguidores de lemas como el citado, es el considerarse «abajo», es decir, como oprimidos por lo que está «arriba», por quien detenta el «poder». El beneficio que pueden esperar las personas que así se consideran es el de recibir ayuda solidaria, apoyos económicos «para seguir la lucha», reunir adeptos para, quizás y con suficiente ironía, por las armas intentar tomar «el poder». La victimización de la sociedad es un mal pocas veces analizado con seriedad, pero deja huellas muy hondas que son muy difíciles de borrar.


Por último quiero mostrar un ejemplo de falsa víctima que ejemplifica esto de las solicitudes para apoyar a alguien que está enfermo y que necesita tratamiento. Haré una descripción más amplia por las repercusiones que puede tener si es que hay más gente que imite este pésimo ejemplo.





Ashley Kirilow, una mujer canadiense de 23 años de edad, era conocida como una superviviente valiente. A pesar de ser diagnosticada con cáncer de mama, ovarios, cerebro y en el hígado, valientemente luchó contra las enfermedades y recaudó dinero para ella y para otros en el último año.


En octubre del año pasado, Kirilow y sus partidarios comenzaron una organización benéfica llamada Cambio por la Cura, que pedía a la gente donar su cambio de moneda fraccionaria para poder otorgar el dinero a la Universidad de Alberta para la investigación del cáncer. Ella también abrió cuentas de Facebook y Twitter para la organización, cuyo lema era «Juntos podemos cambiar el mundo con un centavo a la vez». Se reclutaron colaboradores para reunir fondos, y una obra de caridad de Toronto otorgó un vuelo para Ashley, la supuestamente enferma en estado terminal, a Disney World como su último deseo. En total se reunieron más de 20,000 dólares para ella.


A principios de esta semana Ashley admitió que nunca tuvo cáncer. Ella se había afeitado la cabeza y las cejas para simular las señales de la quimioterapia, y había gastado gran parte del dinero donado en sus gastos personales. Fue detenida y ha sido acusada de cuatro cargos de fraude. Si bien algunos de sus amigos y seguidores la han catalogado como una víctima que merece la simpatía, la mayoría han escrito en los blogs y Facebook sobre sus sentimientos de traición. Muchos habían apoyado a Ashley porque también estaban en tratamiento contra el cáncer y habían compartido sus historias personales con una persona que les había mentido desde el principio.


¿Por qué Kirilow pretendió tener cáncer? Dio varias explicaciones como culpar a sus padres, que se sentía sola, y que estaba tratando de llamar la atención. Si la atención y la notoriedad eran sus metas, sin duda las ha alcanzado, lástima que haya sido como un beneficio por estar en el vértice de víctima de este triángulo del drama.



Posted in Escepticismo | Etiquetado: | 1 Comment »

El límite de la razón… y de la irracionalidad

Posted by keithcoors_00 en 11 agosto, 2010

¿No te parece, que es una vergüenza para el hombre, que le suceda lo que a los más irracionales de los animales?

Sócrates



Desde Newsweek
Por Sharon Begley
Traducción y comentarios: KC


Por qué la evolución puede favorecer la irracionalidad.

Las mujeres son malas conductoras, Saddam Hussein planeó el 9/11, Barack Obama no nació en los EE. UU., e Irak tenía armas de destrucción masiva: creer cualquiera de estas afirmaciones requiere la suspensión de algunas de nuestras facultades de pensamiento crítico – y en lugar de eso sucumbir a la clase de irracionalidad que vuelve locos a quienes poseen una la mente lógica. Ayuda, por ejemplo, utilizar el sesgo de confirmación (ver y recordar únicamente la evidencia que apoya tus creencias, de forma que puedes relatar ejemplos de mujeres conduciendo a 50 km/h en el carril rápido). Ayuda también a no poner a prueba tus creencias respecto a los datos empíricos (¿dónde, exactamente, están las armas de destrucción masiva, después de siete años de rastreo de las fuerzas de EE.UU. en todo Irak?); a no someter las creencias a la prueba de plausibilidad (la falsificación de certificados de nacimiento de Obama ¿requeriría una conspiración generalizada?); y a no ser guiados por la emoción (la pérdida de miles de vidas estadounidenses en Irak se siente más justificada si se quiere vengar el 9/11).


El hecho de que los humanos están sujetos a todas estas deficiencias del pensamiento racional parece no tener sentido. La razón se supone que es el mayor logro de la mente humana, y la ruta a los conocimientos y a las decisiones sabias. Pero como los psicólogos han estado documentando desde la década de 1960, los seres humanos somos muy, muy malos en esto del razonamiento. No es sólo que seguimos nuestras emociones muy a menudo, en contextos que van desde las elecciones hasta la ética. No, incluso cuando tenemos la intención de desplegar toda la fuerza de nuestras facultades racionales, estas son a menudo tan ineficaces como los eunucos en una orgía.


Una idea radical en las filas de los filósofos y los científicos cognitivos sugiere por qué esto es así. La razón por la que caemos en el sesgo de confirmación, por la que somos ciegos a los contraejemplos, y por la que nos quedamos cortos de la lógica cartesiana en muchos otros casos, es que estas fallas tienen un propósito: nos ayudan a «diseñar y evaluar los alegatos que tengan por objeto persuadir a otra gente», dice el psicólogo Hugo Mercier de la Universidad de Pennsylvania. Las fallas de la lógica, proponen él y el científico cognitivo Dan Sperber del Institut Jean Nicod en París, son de hecho maniobras eficaces para ganar en las discusiones.


Eso pone al razonamiento pobre bajo una luz completamente diferente. Discutir, después de todo, es menos búsqueda de la verdad y más sobre superar los puntos de vista contarios a los nuestros. Así, mientras que el sesgo de confirmación, por ejemplo, nos puede inducir a error acerca de lo que es cierto y real, dejando que los ejemplos que apoyan nuestro punto de vista monopolizcen la memoria y la percepción, maximiza la artillería que manejamos al tratar de convencer a alguien de que, por ejemplo, realmente «llega tarde todo el tiempo». El sesgo de confirmación «tiene una explicación sencilla», argumenta Mercier. «Contribuye a la argumentación eficaz.»


Otra forma de razonamiento defectuoso aparece en acertijos de lógica. Consideremos el silogismo «Ningún C es B, todos los B son A, por lo que algunos A son C» ¿Es verdad? Menos del 10 por ciento de nosotros se da cuenta de que lo es, dice Mercier. Una razón es que para evaluar su validez requiere la construcción de contraejemplos (encontrar un A que es una C, por ejemplo). Pero encontrar contraejemplos pueden, en general, debilitar nuestra confianza en nuestros propios argumentos. Las formas de razonamiento que son buenas para la resolución de acertijos de lógica, pero malas para ganar discusiones, perdieron a lo largo de la evolución, contra las que nos ayudan a ser persuasivos, pero nos llevan a luchar con silogismos abstractos. Curiosamente, los silogismos son más fáciles de evaluar en forma «no hay seres voladores que sean pingüinos; todos los pingüinos son aves; por lo tanto algunas aves son no voladoras.» Eso es porque somos más propensos a discutir acerca de animales que de letras como A, B y C.


El tipo de pensamiento erróneo llamado razonamiento motivado también impide nuestra búsqueda de la verdad pero hace que las discusiones avancen. Por ejemplo, tendemos a buscar con mayor insistencia los defectos en un estudio cuando no estamos de acuerdo con sus conclusiones y somos más críticos con la evidencia que socava nuestro punto de vista. Así los conspiranoicos desestiman evidencias presentadas por los funcionarios de Hawai acerca de que el certificado de nacimiento de Obama es real, y los opositores de la pena de muerte son expertos para encontrar fallas en los estudios que concluyen que la pena capital disuade al crimen. Si bien el razonamiento motivado puede nublar nuestra visión de la realidad y nos impide la evaluación objetiva de las pruebas, dice Mercier, por sintonizarnos con los defectos (reales o no) de la evidencia, nos prepara para lanzar una estrategia avasalladora de argumentos.


Incluso la falacia de coste perdido, que ha animado tanto a los partidarios de una guerra perdida («Ya hemos perdido tantas vidas, que sería una traición retirarnos») como a los inversionistas en acciones perdedoras («He mantenido estos títulos tanto tiempo»), refleja el razonamiento que da la espalda a la lógica, pero gana discusiones, porque las emociones a las que apela son universales. Si Mercier y Sperber tienen razón, la falacia del costo perdido, el sesgo de confirmación, y otras formas de irracionalidad estarán con nosotros siempre y cuando los seres humanos disfrutemos de discutir. Es decir, para siempre.


Imagen de entrada: Scott Barbour—Getty Images. «El pensador» por el escultor Francés Auguste Rodin.


Comentarios.


Los resultados de Mercier y Sperber podrían explicar el por qué a veces los seres que amamos en ocasiones intentan apabullarnos con argumentos irracionales. Y es que desde muy jóvenes nos gusta «ganar» en estas confrontaciones diarias con los que nos rodean. Acabo de prohibir a mi hijo de 14 años que use la computadora como resultado de un argumento que esgrimió basado en falsedades (o en sesgo de confirmación); le habíamos autorizado usar la PC con internet por 30 minutos y se le hizo poco tiempo, por lo que argumentó en tono lastimero «¡Llevo tres dias sin usar la compu!». Era evidente que no era así, pero de seguro él no quiso recordar que la había usado ayer, antier y toda la semana.


Es obvio que su argumentación no era para desacreditar nuestro punto de vista como padres, sino para lograr su objetivo de usar la PC por más de 30 minutos. Su expresión de extrañeza cuando se le recordó que no había dejado de usar la PC ni un sólo día durante la última semana, mostró que le costaba trabajo recordar sus sesiones, dificultad a su conveniencia. Pero esa falla de razonamiento le costó la prohibición.


Así, hay mucha gente que no desea perder, aunque no se trate de una pérdida real sino de un leve retroceso. Algunos se empecinan en atacar y atacar y atacar hasta que se convierten en verdaderos energúmenos irracionales, llenos de rencor y sed de venganza. 


¿Hasta dónde resulta conveniente llevar esta situación? Mi adivinanza educada es que quienes lo hacen en forma reiterada, sin dar espacio a un resquicio de reflexión, eventualmente sufrirán algún trastorno, al estilo de una parálisis, o una diabetes o un ataque cardiaco. O en el peor de los casos, un arresto, una condena o la muerte misma. En realidad no vale la pena llevar a tal extremo la irracionalidad. Pero eso es asunto de ellos. Por acá nos gusta ganar, sí, pero no a costas de nuestra salud, de nuestra felicidad o de nuestra tranquilidad.


¡Bendita inteligencia y bendita razón que nos indican los límites de la irracionalidad!

Posted in Escepticismo | Etiquetado: , | 1 Comment »

¿Por qué la realidad y la percepción no siempre empatan?

Posted by keithcoors_00 en 10 agosto, 2010

Odio la realidad, pero es en el único sitio donde se puede comer un buen filete.

Woody Allen



Desde Scientific American
Por Christof Koch
Traducción y comentarios: KC



Todos nosotros, incluso los filósofos posmodernos, somos realistas ingenuos de corazón. Suponemos que el mundo exterior se mapea perfectamente con nuestra visión interna de este – una expectativa que se ve reforzada por la experiencia cotidiana. Veo una taza de café sobre la mesa, la tomo para beber un sorbo y, he aquí, de pronto llega el líquido caliente a mi boca. O veo una amarillenta pelota de tenis sobre el césped, la recojo y la lanzo. En forma tranquilizadora, mi perro parece compartir mi verídico punto de vista sobre la realidad: persigue a la pelota y triunfante la atrapa entre sus mandíbulas.


No es sorprendente que deba haber una coincidencia entre la percepción y la realidad, porque la evolución elimina sin piedad a los no aptos. Si habitualmente no se percibe correctamente o incluso se alucina y se actúa sobre malentendidos, no se sobrevive mucho tiempo en un mundo lleno de peligros cuya prevención requiere de la estimación exacta de distancias y de evaluaciones de velocidad y de la reacción rápida. Si te sumerges en aguas rocosas o conduces por una carretera estrecha, de dos carriles con autos que pasan zumbando en la dirección opuesta, los pequeños errores pueden ser letales.


Probablemente piensas que tus ojos registran con alta fidelidad la información sobre el tamaño absoluto, la velocidad y la distancia de los objetos visibles y que respondes con base en datos imparciales. Pero a pesar de que construimos robots de este modo, dotándolos de sensores y computadoras para sondear las propiedades métricas de su entorno, la evolución ha tomado un camino más complejo.


Como han descubierto los psicólogos y neurólogos a lo largo de las últimas décadas, nuestra conciencia proporciona una interfaz estable a un vertiginoso y rico mundo sensorial. Por debajo de esta interfaz están al acecho dos sistemas de visión que trabajan en paralelo. Ambos son alimentados por los mismos sensores, los globos oculares; sin embargo, tienen funciones diferentes. Un sistema es responsable de la percepción visual y es necesaria para la identificación de objetos, como autos que se aproximan y potenciales compañeros, con independencia de su tamaño aparente o la ubicación en nuestro campo visual. El otro es el responsable de la acción: transforma la información visual en los movimientos de nuestros ojos, manos y piernas. Conscientemente sólo experimentamos el primero, pero dependemos de ambos para nuestra supervivencia.


Cuando conduces por las montañas, ¿has notado una discrepancia entre la pendiente descrita en la señal amarilla de tráfico y la sensación de que la pendiente es en realidad mucho más pronunciada? El psicólogo Dennis R. Proffitt de la Universidad de Virginia y su entonces estudiante graduada Jessica Witt lo notaron. Siendo científicos y no filósofos, diseñaron un experimento para averiguar por qué. Proffitt y Witt se situaron en la base de las colinas del campus y pidieron a los estudiantes pasar a estimar su pendiente de dos maneras. Los sujetos tenían que alinear la raya diámetral en un disco plano con la inclinación de la colina. También se les pidió que colocaran la palma de su mano en un tablero móvil montado en un trípode y luego, sin mirar a su mano, ajustar el sesgo de la junta hasta que sintieran que coincidía con la inclinación del cerro.


En la primera parte de la prueba, que se basó únicamente en las señales visuales, los sujetos sobreestimaron la inclinación, interpretando una de 31 grados como una mucho más pronunciada, de 50 grados. Pero cuando los ojos de la gente guiaban sus manos, los sujetos juzgaron con más precisión, inclinando la junta a un ángulo adecuado. Quizás aún más sorprendente fue el hallazgo de la tendencia de las personas a sobreestimar la parte estrictamente visual de la prueba aumentando en más de un tercio su estimación cuando acababan de trotar una carrera agotadora, y sin embargo las estimaciones de la mano no se vieron afectadas. La misma discrepancia se produjo cuando los sujetos usaron una mochila pesada, eran ancianos o estaban en mal estado físico o con deterioro de la salud.


En otra variante del experimento, Proffitt ponía a los sujetos de pie en la cima de una colina, ya fuese sobre una patineta o sobre una caja de madera del mismo tamaño que el monopatín. Los participantes fueron instruidos para mirar hacia abajo de la colina y juzgar, tanto en forma visual como de forma manual, su inclinación. También se les preguntó si sentían miedo a descender la colina. Los participantes temerosos de pie sobre el monopatín juzgaron la colina más pronunciada que las almas valientes de pie en la caja. Sin embargo, la medición manual de la pendiente guiada visualmente no se vio afectada por el miedo.


Proffitt sostiene que la percepción no es fija: es flexible, reflejando el estado fisiológico de una persona. Tu percepción consciente de la inclinación depende de tu capacidad actual para subir o bajar colinas, un trabajo duro que no debe tomarse a la ligera. Si estás cansado, débil, asustado o llevando una carga, tu evaluación de la colina, la que guía tus acciones, será diferente de lo que ves. No por gusto, sino por diseño. Es la forma en que estamos cableados.


El equipo de Witt-Proffitt publicó otro informe sobre la observación, bien conocido en la tradición deportiva, de que los jugadores de béisbol perciben la pelota más grande cuando están bateando bien y más pequeña cuando están en una racha perdedora. Desde entonces, Witt, ahora profesora en la Universidad de Purdue, junto con su estudiante Travis Dorsch, ha abordado este enlace interesante entre cómo el éxito (o falta de él) en una tarea afecta la percepción de las personas acerca del mundo.


En su experimento, 23 voluntarios tenían que patear una pelota de fútbol americano a través de la portería desde la línea de 10 yardas. Después de un calentamiento, se les pidió a los participantes que juzgasen la altura y la anchura de la portería mediante el ajuste manual de un modelo a escala reducida de la portería hecho de tubos de PVC. Entonces cada uno realizó 10 patadas. Inmediatamente después de la patada final, los participantes repitieron la medición de la percepción.


El resultado fue sorprendente. Antes de patear, el grupo tenía la misma percepción de la magnitud de la portería (por cierto, una inexacta: todo el mundo subestimó la relación real entre la anchura y la altura). Pero después de 10 tiros, los pateadores pobres (los que anotaron dos o menos goles de campo) vieron la portería con un 10 por ciento más estrecha del que tenían antes, mientras que los pateadores buenos (los que anotaron tres o más) percibieron el objetivo alrededor de 10 por ciento más amplio. Qué tan bien te has desempeñado durante los últimos minutos ¡influye en tu forma de ver el mundo! No sólo metafóricamente, sino en su nivel fisiológico, el que cambia las percepciones reales.


Después de hacer más minería de datos, los dos psicólogos descubrieron que las personas que no lograron el gol de campo porque tienden a patear el balón demasiado corto perciben que el travesaño es más alto que sus compañeros con más éxito, mientras que aquellos que se perdieron debido a que fallaron hacia los lados juzgaron que los postes laterales estaban más estrechos.


Así que ahora puedes estar pensando: ¡Qué conveniente! El sistema perceptivo nos ofrece justificaciones egoístas por nuestro mal desempeño. Pero es posible que haya algún valor aquí, evolutivamente hablando: si la gente percibe la portería como más o menos alta de lo que realmente es, apuntarán con mayor precisión la próxima vez. Witt y sus colegas han encontrado que lo que sucede en el fútbol también es válido para el softbol y el golf, y, lo más probable, para la vida en general.


Nuestra percepción consciente del mundo, aunque relativamente estable, no es estática. Somos incapaces de ser completamente objetivos, incluso en nuestras observaciones e impresiones más mundanas. Nuestra conciencia de los objetos que nos rodean es informada y ajustada por cualquier número de factores transitorios; nuestra resistencia y los niveles de energía, nuestro sentido de confianza, nuestros miedos y deseos. Ser humano significa ver el mundo a través de nuestros propios lentes, siempre en constante cambio.


Comentario:


Una de las ocupaciones de este espacio de promoción al escepticismo es tratar de analizar la realidad de manera objetiva. Ya desde sus inicios, Ahuramazdah tenía entre sus publicaciones algunos intentos por clasificar los niveles de realidad. En ese entonces se proponía el tercer nivel, que es el de la percepción de la realidad, que también es real pero afectable, como lo muestra este artículo.


Resulta esclarecedor aprender que un claro sesgo de nuestra percepción se debe a situaciones fisiológicas (salud, condición física, cansancio, etc.) pero también a situaciones emocionales como el miedo, o el sentimiento de logro y éxito. Por esta relación me surgen varias dudas:
  • ¿Que pasa con la percepción que tiene la gente que no presenta mucha aptitud para las ciencias?
  • ¿Es como el caso de los pateadores fallidos o el de los corredores cansados o de los patinadores temerosos?
  • ¿Acaso influye para percibir a la ciencia misma como algo inalcanzable, malévolo, indeseable, o incluso oficial?
  • ¿Será por eso que algunas personas prefieren las pseudociencias?
Seamos realistas (por una ocasión al menos), las pseudociencias ofrecen soluciones fáciles «al alcance» de cualquiera, incluyendo a aquellos que tengan un sentimiento de frustración ante la pendiente elevada que significa seguir los métodos de la ciencia.


Pero también, siendo realistas, la ciencia ofrece soluciones al alcance de cualquiera; claro, de cualquiera que decida abandonar sus miedos y temores, hacer a un lado su cansancio mental y seguir los métodos (a veces arduos y frustrantes) que la ciencia ofrece a todos los que deseen seguirla. Sus resultados son invaluables y no se comparan en éxito con los de otras formas chapuceras e irracionales de comprender el universo.


Posted in Ciencia, Escepticismo | Etiquetado: , , | Comentarios desactivados en ¿Por qué la realidad y la percepción no siempre empatan?

El triángulo del drama: primer inesperado ejemplo

Posted by keithcoors_00 en 29 julio, 2010

La envidia y el odio van siempre unidos, se fortalecen recíprocamente por el hecho de perseguir el mismo objeto.

Jean de la Bruyere


Continuando con el tema del triángulo dramático, ayer recibí un mensaje por correo electrónico de un lector del blog, cuyo nombre de batalla es «Puma Bravo», quien me reclama desde Argentina que en cierta forma he usado al Dr. Octavio Rivas como referente «válido».


Pues su mensaje me cayó de perlas para iniciar la serie de ejemplos que pueden poner en relieve que a veces la gente gusta de interpretar alguno de los papeles que se describieron en el artículo anterior.


Antes de iniciar con el primer ejemplo me gustaría referirme a la imagen de entrada, que contiene algunas características que asume el papel del perseguidor: Manipula con el miedo, necesita que le teman, elabora reglas poco prácticas y las hacen cumplir de forma cruel, atormenta a personas débiles, se fija sólo en los defectos, exagerándolos.


Es la última característica la que me pareció que identifica al escrito que me hizo llegar Don Puma Bravo, el cual, siempre puede consultarse en la pila de documentos de soporte de Ahuramazdah. De ese mensaje reproduzco el primer párrafo:


¿Tomas a Octavio Rivas como un referente válido? ¿Analista transaccional? ¿Uno que se dice “experto” en PNL? Ufff….. cuanta magufia!!! Bueno, dejaré de leer tu blog, ya que creía que eras escéptico y pro científico… evidentemente me he equivocado fiero…


Bien, pues analizando este párrafo me dí cuenta de que tiene dos errores importantes. El primero es que en la entrada de las bases del triángulo del drama jamás referí el trabajo de Octavio Rivas para apuntalar ningún argumento, mucho menos su persona, como sugiere la pregunta de Don Puma. El segundo es que en esa entrada tampoco abordé el tema de Programación Neuro Lingüística (PNL), y lo único que mencioné sobre programación fue la duda respecto a la afirmación del Dr. Krapman acerca de que ese libreto lo tenemos «grabado» en las neuronas, como parte del bagaje de información a nivel celular que nos hace humanos.


Es importante comentar que Don Puma acompañó su mensaje con un par de artículos que muestran que la PNL es todo menos científica. En el primero se menciona que «La programación neurolingüística (PNL) pretende ser un sistema de procedimientos y modelos para incrementar la eficacia de nuestra comunicación e influencia sobre la gente». Quizás sí, y en efecto estoy de acuerdo que la mescolanza de «la hipnosis médica, la terapia familiar, la corriente sistémica, el psicoanálisis, la terapia gestáltica, y la terapia del comportamiento» es muy pragmática y poco ética. Incluso estoy de acuerdo con la conclusion del primero de estos artículos que dice:


La conclusión general es que no hay evidencia empírica, hasta la fecha, que permita sostener tanto las pretensiones como la eficacia de la PNL


Sin embargo, al parecer a Don Puma se le fueron momentáneamente las cabras al monte, porque no era mi intención tratar nada sobre PNL. Aquí mi respuesta a Don Puma:


Para nada he referido el trabajo de Octavio para sustentar cualquier argumentación. Mucho menos a la persona que es Octavio Rivas, como sugiere tu pregunta.


Sólo he mencionado que la primera vez que oí del triángulo del drama, como modelo de ciertas interacciones psicosociales, fue en un curso que impartió Octavio en el que era mi centro de trabajo.


El modelo me gustó, porque de una manera sencilla describe cómo y por qué la gente se apasiona por cosas que no son reales. Como por ejemplo pensar que he referido a la persona llamada Octavio Rivas como fuente de validez de cualquier cosa relacionada con la neurociencia.


No lo sé, pero quizás deberías revisar bien el post del blog. A quien he referido es a Karpman y su trabajo sobre estas relaciones. La liga que lleva al sitio de Octavio Rivas es para mostrar que NO es una persona ficticia.


Pero si lo que haces con tu pregunta es intentar rasgarte las vestiduras por un tema que no he abordado (PNL) y su posible relación con Octavio Rivas, pues adelante, ese será tu esfuerzo perseguidor.


Revisando bien el mensaje me he dado cuenta de que Don Puma quizás se ha imaginado que la sola mención del buen Octavio sería suficiente para afirmar que no soy ni escéptico ni pro científico. Bueno, pues eso es más dogmático que el dogma de la religión. No había que mencionar el nombre de satanás, no fuera que se nos apareciera la inquisición y nos acusase de magufos (o herejes) y nos quemase vivos.


Malas formas de aplicar el escepticismo aparte, Don Puma parece estar interpretando el papel de perseguidor, pues se lanza con ímpetu a descubrir el «defecto» de la entrada, sin muchas bases de por medio, y además exagerando su alcance. Al parecer al ver el nombre del Dr. Octavio Rivas se le voltearon las rodillas hacia atrás e identificó como «magufia» la sola mención de su nombre. Esto en sí mismo constituye un argumento ad hominem, pero no podría decir que por haberlo utilizado, Don Puma es en automático un «magufo». Incluso, no podría decir que Don Puma es cualquier otra cosa diferente de lo que realmente es, lo cual, con tan poca información disponible, escapa a mi ámbito de conocimiento. Pero sí puedo identificar su intento como «perseguidor». Incluso se confirma esta identificación cuando hace la manipuladora amenaza de que «dejará de leer el blog».


Concluyendo: En el triángulo dramático actúan hasta  escépticos (dizque) quienes enarbolan la bandera de la duda en ámbitos falsos, como lo es, en este caso, el tema (PNL) que supuestamente se apuntaló con el nombre de Octavio Rivas.


Insisto, No es la intención hablar sobre PNL y sólo he abordado el tema del triángulo dramático como un modelo que explica el por qué la gente decide escaparse de la realidad para representar un papel dramático pretendiendo que eso es parte importante de la vida real. Quizás sin proponérselo, Don Puma, con imaginaria música de tango en el fondo, contribuyó para servir de ejemplo del papel de perseguidor.

Uno de los escollos para realizar un buen trabajo escéptico es identificar la separación entre lo que uno siente que es la realidad de la realidad misma. Me parece que el mensaje de Don Puma es más de sentimiento que de pensamiento. Por ello es que decidí escribir sobre el asunto. Si se es capaz de identificar a una persona desempeñando alguno de los papeles del triángulo (incluso si esa persona es uno mismo), será más fácil NO caer en el juego.






Posted in Escepticismo | Etiquetado: | Comentarios desactivados en El triángulo del drama: primer inesperado ejemplo

El triángulo del drama: sus bases

Posted by keithcoors_00 en 26 julio, 2010

Creía que un drama era cuando llora el actor, pero la verdad es que lo es cuando llora el público.

Frank Capra


Esta frase de míster Capra refleja el verdadero drama de la vida, que es cuando una involuntaria puesta en escena de un falso drama es capaz de traer a su ámbito a gente que, de otra forma, sólo sería un espectador no activo.


Me refiero, por supuesto a este juego dramático conocido como Triángulo del Drama. También es conocido como Triángulo de Krapman. El Dr. Stephen B. Karpman, en abril de 1968, escribió lo que él llamo “Análisis del Libreto Dramático” que según él lleva grabado la gente en su programación neuronal (lo cual es bastante dudoso, y más bien parece que se aprende viendo a otros desempeñando ese libreto). Este consiste básicamente en tres papeles psicosociales que interpreta la gente. Son El Salvador, La Victima y el Perseguidor, formando un triangulo que puede ser realmente trágico, ya que al final de la interpretación de estos papeles frecuentemente la gente se siente frustrada, enojada y amargada, amargando la existencia de los demás (ver: http://psicologiaaldesnudo.nireblog.com/post/2008/03/04/el-triangulo-tragico-de-karpman).


¿Por qué en este espacio dedicamos una entrada a este tema? Por varias razones, siendo la principal que mucha gente que suele debatir temas candentes como política o adelantos científicos parece estar desempeñando este libreto, pues lejos de enfocarse en el tema, generalmente se victimiza y busca culpables o bien se centra en descalificaciones personales durante el debate. Y me parece conveniente tener un modelo que permita descubrir sus intentos dramáticos para no involucrarnos en ese nivel de discusión.


Otra razón es una preocupación personal por saber qué tanto influye este Triángulo de Karpman en la conceptualización popular de «la realidad» política del país, O para el caso de cualquier realidad.


La primera vez que supe de este triángulo fue en un curso que impartió el genial Dr. Octavio Rivas. El concepto me cautivó pues significaba un modelo simple para explicar el por qué la gente intenta rehuir sus responsabilidades reales enmedio de un despliegue de dramatismo, por el sólo objetivo de justificar su papel.


El problema de quien está dentro de ese triángulo dramático, decía el buen Octavio, es que piensa que ESO es la realidad, que siempre hay un perseguidor, una víctima y un salvador, que de cualquier forma se encontrará en alguno de esos vértices, que es válido buscar posicionarse de cualquiera de estos tres papeles.


El libreto de ese drama triangular, por desgracia, no se aprende en la escuela sino en la vida diaria, en los ambientes familiares cuando se ponen en práctica los valores, cuando se trasluce en los medios masivos de comunicación, en los noticieros y en los periódicos. Desde que somos niños se nos enseña (a través del ejemplo) que ser «víctima» tiene sus beneficios, pero que cambiar de víctima a salvador tiene más beneficios, y de salvador a perseguidor, aún más. Lo trágico es que esos beneficios son ficticios, en la medida de lo ficticio del libreto desempeñado. Por ello es que al final, aunque parezca que alguien se ha posicionado por sus méritos en el papel escogido, se queda solitario y con un mal sentimiento de frustración. Cuando no hay forma de salir de ese triángulo, la gente a veces opta por cambiar de papel.


Los papeles


La Victima: Generalmente siente que la tratan mal, piensa que todos abusan de “su nobleza”, se percibe incapaz. Muchas de las veces “se hace” o finge ser victima, es decir “se tira al suelo para que otro la levante”. Sus frases típicas son, “eso yo no puedo”, “yo no soy bueno para eso”, “hazme tu esto, tú eres bueno en eso”, “me resulta imposible”, “quisiera morirme de la pena” o “todo yo, solo yo, nomás a mí, me exigen, piden, obligan etc.”.


Su sentimiento crónico es de tristeza; puede meterse horas en su recamara, “tristeando”, “rumiando sus situaciones miserables o penosas”, puede quedarse hundida en un sillón o en la cama viendo la tele por tiempo indefinido. Sus pláticas van siempre pintadas de pesimismo, de quejas y melancolía. (Si se quiere abundar mas sobre este papel se puede buscar el libro “De Victima a Triunfador” de Victor Ramírez Mota).


El Salvador: Es un papel que interpreta la gente mucho menos que el anterior, pero que también se da dentro de las familias y lo podemos encontrar en la escuela y en la oficina. Es típico de las personas que tratan de ayudar, auxiliar, apoyar en todo a las demás personas que siente que lo necesitan; Les aconseja aunque no le hayan pedido ningún consejo. Sus frases típicas son: “yo sé, déjame hacerlo por ti”, “yo sé lo que sientes con todo esto…” hazlo así, de lo digo por tu bien” y cosas por el estilo. El problema mayor con este papel es que la persona se indigna si no siguen su consejo o si no le hacen caso en lo que recomienda.


El sentimiento crónico del Salvador es el resentimiento y siempre va impregnado en todos sus consejos y comentarios con un aire de omnipotencia, como si lo pudiera o lo supiera todo. Su ayuda no es tan desinteresada, ni altruista, generalmente va en el sentido de obtener mayor reconocimiento, elogios, premios en caricias a su ego, y si no llegan entonces se resiente aun más. No es tan genuino su deseo de ayuda. La persona que desea ayudar en forma desinteresada es un filantrópico o lo hace en forma anónima y desinteresada.


Si no se hace caso de sus consejos, la persona que ha desempeñado el papel de Salvador suele decir “ya ves, te lo dije…”, “por eso deberías de hacerme caso”. Con esto uno sabe que esta buscando reconocimiento, elogios a su sapiencia. (Si se quiere abundar mas sobre este papel se puede consultar el libro “Cuando Ayudarte Significa Hacerme Daño”, de Carmen Renee Berry.


El Perseguidor: Es un papel que interpreta la gente en mayor cantidad que el Salvador, son personas con actitudes muy rígidas y estrictas en cuanto a la justicia y sus propias creencias. Tienen un sistema de creencias demasiado rígidas, aunque fallan al aplicárselas a sí mismos.


Los perseguidores, pueden ser verbalmente muy agresivos y hasta violentos. Son personas muy insistentes y hasta moralistas, Generalmente están señalando los errores de los demás con su índice, son los que le toman el tiempo al que toma la palabra, el tiempo tarda su pareja en ir de su trabajo a su casa (puede ser el hombre o la mujer). Sus frases preferidas son: “deberías de llegar mas temprano”, “tienes que hacer esto en casa y luego aquello” “debes de enseñarme, platicarme, decirme todo lo que te pase” “nunca debes de esconder, omitir o mentirme, por que te va peor”; los perseguidores suelen estar hostigando, presionando, amenazando, chantajeando, pero estos son estilos y formas diferentes de un mismo rol psicosocial trágico, pues finalmente en sus relaciones resulta un perdedor frustrado. Su sentimiento crónico negativo es el coraje, la ira y la inseguridad. Se puede enfermar de hipertensión arterial, y caer en trastornos de tipo obsesivo compulsivo. Son de las personas que siguen a su pareja para ver a donde va, tiene sus dudas sobre fidelidad o son esas personas que están llamando insistentemente a su pareja para saber donde se encuentra, y con quien esta y no para decirle que le ama.


Estas descripciones fueron tomadas casi íntegramente de: http://psicologiaaldesnudo.nireblog.com/post/2008/03/04/el-triangulo-tragico-de-karpman


En la siguiente entrada intentaré organizar algunos ejemplos en los que es fácil descubrir que se está jugando este juego dramático.

Posted in Escepticismo | Etiquetado: , | 3 Comments »