Ahuramazdah

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Posts Tagged ‘Evolución’

Percepción decepcionante

Posted by keithcoors_00 en 6 noviembre, 2015

Ningún crítico es más capaz que yo de percibir claramente la desproporción que existe entre los problemas y la solución que les aporto. 

Sigmund Freud

 

Desde Scientific American y Skeptic

Por: Michael Shermer

Traducción: KC



¿Percibimos la realidad tal como es?

Uno de los problemas más profundos de la epistemología es cómo conocer la naturaleza de la realidad. A través de los milenios los filósofos han ofrecido muchas teorías, desde el solipsismo (se sabe que sólo la mente de uno mismo existe) a la teoría de que la selección natural esculpió nuestros sentidos para darnos un modelo preciso o verdídico del mundo. Ahora una nueva teoría del científico cognitivo Donald Hoffman, de la Universidad de California en Irvine, está atrayendo la atención. (Busca en Google y en TED sus trabajos académicos y hallará más de 1.4 millones de visitas.) Basada en la psicología evolutiva, se le llama la Teoría de interfaz de la Percepción (ITP por sus siglas en inglés) y sostiene que las percepciones actúan como una interfaz de usuario específico de la especie, que dirige el comportamiento hacia la supervivencia y reproducción, mas no hacia la verdad.

 

La analogía de la computadora de Hoffman es que el espacio físico es como el escritorio y que los objetos en el espacio son como los iconos del escritorio, que son producidos por la interfaz gráfica de usuario (GUI). Nuestros sentidos, dice, forman una interfaz de usuario biológica (una pegajosa GUI) entre nuestro cerebro y el resto del mundo, la transduciendo los estímulos físicos, como los fotones de luz, en impulsos neuronales procesadas por la corteza visual como cosas en el medio ambiente. Las GUIs son útiles porque no necesitas saber lo que está ni dentro de los ordenadores ni dentro del cerebro. Usted sólo tiene que saber cómo interactuar con la interfaz lo suficientemente bien como para llevar a cabo su tarea. Lo importante es la función adaptativa y no la percepción verídica.

 

El holotipo de Hoffman es como el escarabajo-joya australiano Julodimorpha bakewelli. Las hembras de esta especie son grandes, brillantes, de color marrón y con hoyuelos. Así, también, son las botellas de cerveza (ver imagen de entrada), y los machos las montan hasta que mueren por el calor, el hambre o las hormigas. La especie estaba al borde de la extinción debido a que sus sentidos y el cerebro han sido diseñados por la selección natural para no percibir la realidad (que es una botella de cerveza ¡idiota!) sino para aparearse con cualquier cosa grande, marrón, brillante, y con hoyuelos.

 

Para probar su teoría, Hoffman corrió miles de simulaciones de evolución por ordenador en las que los organismos digitales cuyos sistemas de percepción estaban sintonizados exclusivamente hacia la verdad se vieron opacados por aquellos sintonizados con el único objetivo de la adaptación. Debido a que la selección natural sólo depende de la adaptación esperada, la evolución formó nuestros sistemas sensoriales hacia un comportamiento más orientado ahacia la adaptación, y no hacia la representación veraz.

 

La ITP es digna de consideración y pruebas serias, pero tengo mis dudas. En primer lugar, ¿cómo podría una percepción más exacta de la realidad no ser adaptativa? La respuesta de Hoffman es que la evolución nos dio una interfaz para ocultar la realidad subyacente, ya que, por ejemplo, usted no necesita saber cómo las neuronas crean imágenes de serpientes; sólo tiene que saltar fuera del camino ante la presencia de la imagen de la serpiente. Pero, ¿cómo es que la imagen llega a parecerse a una serpiente en primer lugar? Por la selección natural. ¿Y por qué algunas serpientes no venenosas evolucionan para imitar especies venenosas? Debido a que los depredadores evitar serpientes venenosas reales. El mimetismo funciona sólo si hay una realidad objetiva a imitar.

 

Hoffman ha afirmado que «una roca es un icono de la interfaz, no es un constituyente de la realidad objetiva.» Pero una roca verdadera acoplada a una punta de flecha y arrojada hacia una comida de cuatro patas funciona incluso si usted no sabe de física o de cálculo ¿No es esa percepción verídica con significado adaptativo?

 

En cuanto a los escarabajos-joya, las botellas de cerveza son lo que los etólogos llaman estímulos supernormales, que imitan objetos a los que los organismos evolucionados responden y obtienen una respuesta más fuerte al hacerlo, como por ejemplo (para algunas personas) implantes mamarios de silicona en las mujeres y físico culturismo con testosterona artificial en los hombres. Los estímulos supernormales operan sólo porque la evolución nos ha diseñado para responder a estímulos normales, que deben ser retratados con precisión por nuestros sentidos y enviados a trabajar en nuestro cerebro.

 

Hoffman dice que la percepción es específica de la especie y que debemos tomar en serio a los depredadores, pero no literalmente. Sí, el icono de un delfín confundido con «tiburón» sin duda se ve diferente a un ser humano, pero en realidad hay tiburones, y realmente tienen poderosas colas en un extremo y una boca llena de dientes en el otro, y eso es cierto sin importar cómo funciona tu sistema sensorial.

 

Además, las simulaciones por ordenador son útiles para modelar cómo la evolución pudo haber sucedido, pero una prueba real de ITP sería determinar si la mayoría de las interfaces sensoriales biológicas crean iconos que se asemejan a la realidad o la distorsionan. Estoy apostando a la realidad. Los datos lo dirán.

 

Por último, ¿por qué presentar este problema como una elección entre la adaptación y la verdad? Las adaptaciones dependen en gran parte de un modelo relativamente exacto de la realidad. El hecho de que la ciencia progrese hacia, por ejemplo, la erradicación de las enfermedades y el aterrizaje de naves espaciales en Marte debe significar que nuestras percepciones de la realidad están creciendo cada vez más hacia la verdad, aunque sea con una minúscula «v».

 
 

 

(Reprinted with permission from the copyright holder the Skeptics Society and Skeptic magazine, www.skeptic.com)

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Las hormigas y el principio antrópico

Posted by keithcoors_00 en 12 diciembre, 2014

A la proporción, semejanza, unión e identidad del infinito no te acercas más siendo hombre que siendo hormiga.

Giordano Bruno

Desde e-Skeptic
Por Bernard Leikind
Traducción: KC


 

Imaginemos que dios se sienta en la silla del capitán en la sala de control del Universo y lleva un casco de realidad virtual. Los ángeles flotan suavemente de un parpadeo desde un panel de control a otro, ajustando las perillas y mirando las pantallas de los ordenadores. ¿Son PC o Mac? ¿No les gustaría saber?

Dios y su séquito de ángeles están ejecutando una simulación previa a la creación del Universo. Los mandos controlan las propiedades fundamentales del Universo. El tiempo aún no se ha creado por lo que nadie tiene prisa, o tal vez todo está sucediendo a la vez.

De pronto se escucha la voz de dios gritándole a un ángel «¿Qué es lo que te pasa? La velocidad de la luz es demasiado lenta. Pensé que habíamos acordado un valor de 300,000 kilómetros por segundo». Un ángel hace girar una perilla a un nuevo valor y cuidadosamente ajusta el vernier. «Eso está mucho mejor», dice dios mientras se relaja en su silla. «Déjame ver. ¿No habíamos quedado que para lograr mi propósito para el universo, la constante de estructura fina debe ser precisamente 1/137.07? ¿Dónde están mis notas? Sí. Aquí está: 1/137.07, exactamente». Un ángel se desplaza a la sección de campo electromagnético y cuidadosamente ajusta un control hasta que la pantalla muestra este número peculiar. Siguiendo las instrucciones de dios, los ángeles establecen todos los otros números fundamentales. Dios se quita el casco, que le ha mostrado simulaciones del universo-por-ser. «Se ve bien para mí.» En un momento conmemorado en playeras para nerds, dios mira a una pizarra que contiene las ecuaciones de Maxwell, y ordena: «Hágase la luz!».

 

De repente aparece un universo diminuto. Expandiéndose a una velocidad vertiginosa, el universo recién nacido se adelgaza y se enfría. Las galaxias se forman y las estrellas parpadean. En torno a una estrella menor en una galaxia promedio un planeta se congela. ¿Se lo imaginan?

 

Avancemos rápidamente unos cinco mil millones de años. El plan de dios está trabajando. Casi al mismo tiempo en el que la nación más avanzada de la Tierra produce el logro que corona a la humanidad (los arcos dorados, logo de McDonalds) el físico Wolfgang Pauli muere. Un ángel lleva a Pauli hasta el interior del estudio de dios. «Wolfgang», le dice dios: «me gustó tu trabajo sobre el principio de exclusión. Realmente descubriste lo que YO estaba haciendo. Y sobre todo me admira cómo dedujiste la existencia del neutrino. Hice todo lo posible para ocultarlo. Le di apenas algunas propiedades. Te invité a visitarme porque pensé que podrías tener algunas preguntas para mí».

Pauli hace la pregunta que todos los físicos harían, dada la oportunidad: «Siempre me he preguntado ¿por qué la constante de estructura fina es de 1/137.07?»

 

«Una buena pregunta». Dios camina a su pizarra y comienza a llenarla con ecuaciones diferenciales y diagramas geométricos. Finalmente termina la prueba y se limpia el polvo de gis de sus manos y bata. Dios vuelve a Pauli y sonríe

 

«Es una prueba hermosa e inteligente», declara Pauli. «Ciertamente, a la altura de sus estándares usuales. Pero allí, en la tercera línea del fondo, creo que el signo menos debe ser un signo más. Vamos a ver. Eso cambia el resultado a 1 sobre 32 por 42 o 1/144 «.

 

«¡Me carga la vela!» Dios está consternado. «Me pregunto ¿por qué nadie se dio cuenta de eso antes?» Al llegar al panel de control, dios ajusta la constante de estructura fina a 1/144. «Por lo menos es un número redondo. Eso del 0.07 siempre me molestó».

 

Pero de repente el universo comienza a cambiar. Las fuerzas electromagnéticas se debilitan, las estrellas se encogen y sus núcleos se calientan. Las altas temperaturas incrementan la tasa de fusión nuclear, calentando las estrellas aún más. Gradualmente se hacen más brillantes. La Tierra, que ya ha cambiado radicalmente al tiempo que las fuerzas químicas se ajustan al nuevo valor, se tuesta rápidamente convirtiéndose en una estéril roca crujiente.

 

Los físicos saben que muchos números como la constante de estructura fina parecen tener un valor fijado de manera precisa. Incluso el más mínimo cambio en cualquiera de estos números cambiaría el Universo tan radicalmente que la vida tal como la conocemos no podría existir. Si hubiera sólo unos pocos de estos números, o si no tuvieran que estar sintonizados de manera tan precisa, los físicos no estarían tan intrigados. Pero parece que hay muchos de ellos. Aquellos inclinados a buscar el propósito del Universo apuntan a estos muy ajustados números como evidencia de que tiene que haber un plan.

 

La física cuántica nos enseña que los observadores contribuyen a los resultados de las mediciones que hacen. Puesto que el Universo es un sistema cuántico, algunos físicos distinguidos han argumentado que, en cierto sentido, estamos creando el Universo mediante la observación del mismo.

 

Estas dos corrientes de pensamiento convergen para producir el principio antrópico; que el Universo existe de alguna manera para nosotros y que somos una expresión de su propósito. Los seres humanos, así lo afirman algunos pensadores, somos tan notables que tenemos que ser el fruto de algún gran diseño. Por supuesto, un mundo que contiene a Geraldo Rivera, el juicio de OJ Simpson, Mozart, Jack el destripador, Rembrandt, la guerra de Bosnia, Newt Gingrich, Shakespeare y Einstein le parece a algunos un manicomio caótico. Los buscadores de la finalidad, como el autor de Job, a menudo proponen que dios debe tener metas inescrutables.

 

Cegados por intereses parroquiales y suponiendo que lo que les interesa también debe interesarle a dios, los proponentes del principio antrópico están, sin embargo, casi en lo correcto. Suponen que nuestros maravillosos logros en el arte y la ciencia, nuestros vastos números, nuestros grandes cerebros, y nuestros principales efectos sobre la Tierra son la prueba de nuestra importancia. Yo anuncio aquí, para los lectores de Ahuramazdah, el principio verdadero, el Principio Formica-trópico (Ant-thtopic Principle en el original en inglés, nota de K.C.).

 

Durante la era de los dinosaurios, nuestros antepasados eran pequeñas criaturas insignificantes. Afortunadamente, un asteroide que andaba de paso acabó con la competencia, creando suficiente espacio ecológico para nuestro desarrollo. ¿Pudo ese asteroide haber sido un evento al azar? Piensa en lo cuidadosamente que debe haber estado destinado. ¿Y si hubiera sido un poco demasiado grande y hubiese destruido toda la vida, o demasiado pequeño y demasiados lagartos hubiesen sobrevivido? Puede que te sorprenda saber que durante la era de los dinosaurios, las hormigas eran relativamente insignificantes. Había sólo unas pocas especies primitivas. El asteroide no se estrelló contra la Tierra para permitir la evolución de los primates y los seres humanos, sino para permitir la evolución de las hormigas. ¿Cómo puedo saber esto? Bueno, mira los resultados.

 

Hay sólo una especie de seres humanos e incluso contando todos los primates, tenemos sólo unas pocas decenas de parientes. Hay al menos 9,000 especies de hormigas y los entomólogos continúan encontrando más. Los entomólogos estiman que puede haber 10 mil billones de hormigas en el mundo, más de un millón de hormigas por cada hombre, mujer y niño. Muchos de ustedes, sin duda, piensan que se han encontrado con sus hormigas personales.

 

Ahora, un millón de hormigas sólo pesan unos pocos kilogramos, por lo que las sobrepasamos en peso, pero ni una sóla hormiga necesitará liposucción. ¿Queremos reclamar superioridad basada en el tejido adiposo?

 

Algunos humanos podrían reclamar superioridad sobre la base de nuestros logros, como la agricultura, la sociedad civil, la arquitectura y el arte. No debemos sentirnos tan seguros.

 

Consideremos la arquitectura y el urbanismo. Hace mucho tiempo que las hormigas lograron cosas que hemos alcanzado apenas recientemente. Sus casas son enfriadas por aire, están bien drenadas, son estructuralmente sanas y limpias. No se queman y no se colapsan en los terremotos. Las calles no necesitan semáforos y no tienen baches. Son seguras para las hembras en la noche.

 

¿Qué pasa con la agricultura? Algunas hormigas permanecen en la etapa de primitivas cazadoras-recolectoras, pero otras tienen sociedades agrícolas o al menos mantienen jardines altamente especializados. Estas hormigas reúnen hojas como nutrientes para cultivar hongos o setas especializadas. Otras hormigas son pastoras y mantienden pulgones. Los conducen a través de hojas de naranjo, los protegen de los enemigos, y los ordeñan para su alimentación. La agricultura fórmica es totalmente natural, renovable y no contamina el medio ambiente.

 

No quiero hacer parecer a las hormigas como santas. Atacan los nidos de otras, roban comida, raptan a los bebés, y toman esclavos. Forman enormes ejércitos que marchan a campo traviesa destruyendo todo a su paso. Pero en un análisis final, las buenas notas de las hormigas son muy superiores a notas malas.

 

¿Los humanos crean el Universo al observarlo? Tal vez las hormigas hagan ese trabajo. Se sabe que navegan basándose en el sol y que pueden usar la luz polarizada para localizarlo en el cielo.

 

Las hormigas se comunican por el sabor. Envían substancias químicas de ida y vuelta para reconocer a compañeros de nido o intrusos, expresar sus sentimientos, y guiar a sus hermanas hacia la comida. Las hormigas rocían sustancias químicas nocivas en sus enemigos.

 

Las hormigas tienen muchos otros intereses con los seres humanos. A algunas les gusta salir a comer en las comidas campestres y restaurantes, mientras que otras prefieren anidar en casa.

 

Las hormigas han logrado organizaciones sociales notables mediante la asignación de cada individuo para tareas en las que sea más habilidoso. Los machos comen y hacen el amor. Las hembras llevan todo el espectáculo y hacen todo el trabajo. Tal vez por eso las cosas funcionan tan bien en el mundo de las hormigas.

 

A todos nosotros nos gustaría saber el significado de la vida. En Las sirenas de Titán de Kurt Vonnegut, una lejana civilización galáctica crea a la humanidad para que una de sus naves espaciales de repuesto pueda llegar a Titán, una luna de Saturno. En la Guía del viajero intergaláctico (The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy en inglés), la respuesta fundamental a la pregunta es 42. ¿Por qué exigir que nuestra existencia tenga un significado cósmico? ¿Qué pasa si las hormigas son la respuesta? ¿Vamos a caer en la desesperación y el nihilismo? ¿O debemos encontrar nuestro propio propósito? La posibilidad de crear nuestros propios propósitos es lo que nos diferencia de las demás criaturas. Y es por nuestras elecciones que nuestros pares y los descendientes de las hormigas nos juzgarán.

 

*Reprinted with permission from the copyright holder the Skeptics Society and Skeptic magazine, http://www.skeptic.com

 

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Una forma de iniciarse en la ciencia. Parte 1

Posted by keithcoors_00 en 11 noviembre, 2013

La ciencia es la verdadera escuela moral; ella enseña al hombre el amor y el respeto a la verdad, sin el cual toda esperanza es quimérica.

Pierre Eugèn Marcellin Berthelot

 

Ya hacía tiempo que no registraba en esta caja, en este marcador, vamos, en este mi cofre de catarsis y demás manías. Pero recientemente recuperé algunos libros viejos que me recordaron mi infancia y mi inicio en cuestiones de ciencia. Por este motivo y la remoción de ciertos estorbos para recordar lo que pasó hace ya muchos lustros me decidí a escribir esta entrada. Contaré, pues, la historia de una colección de libros que llevaron a un chico de 5 años a introducirse poco a poco en asuntos de ciencia.
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Cuando aun estaba en el kindergarden mis papás me llevaron al cine a ver una película de Walt Disney. Ellos pensaban que sería una buena idea, ya que para ese entonces descubrieron que me gustaba ver las aventuras del pato Donald y del ratón Mickey. La película parecía interesante a juzgar por el título: «Fantasía«. Yo pienso que lo que menos se esperaban mis amados progenitores es que se tratara de una película cuya intención era ilustrar una serie de obras de música culta más que presentar dibujos animados. En fin, recuerdo que la película no me pareció tan aburrida comparada con una caricatura de Donald, pero lo que más me llamó la atención fue una parte en la que se ilustraba «La consagración de la primavera» de Igor Stravinski, una obra ciertamente complicada para un chico de 5 años, pero cuyas imágenes en la cinta me dejaron una huella imborrable. En esa parte del film se presentaban imágenes de la formación de la tierra y de la evolución de la vida, pero la parte que más se me quedó grabada fue la lucha entre unos seres que jamás había visto antes. Pregunté a mis papás qué clase de animales eran y me dijeron: «Dinosaurios».

 

Poco tiempo después, caminando con mi mamá por la calle observé en un puesto de revistas un libro cuya portada tenía justo lo que yo recordaba de Fantasía, es decir, la lucha sangrienta de dos Dinosaurios. Le pedí a mi progenitora insistentemente que me comprara ese libro, a lo que me respondió que le diría a mi papá. Esa misma tarde mi venerable padre llegó a casa con el libro bajo el brazo y me lo dio. Aunque aún no sabía leer, las ilustraciones del libro me fascinaron. La portada de ese mi primer libro, que aun conservo, a continuación:

 

Como se puede observar, la portada era bastante impactante. Las ilustraciones del interior también lo eran, por lo que captaron mi atención en forma inmediata. Poco a poco esas ilustraciones me ayudaron a entender los nombres de esas formidables bestias y a entender las palabras que describían sus características, hábitos y otros datos interesantes (en especial en número de años que habían pasado desde que vivían en la Tierra). Un ejemplo es la imagen del así llamado «Compsognato», que incluyo a continuación (nótese los colores rojizos del animal, su feroz expresión y el fondo, una especie de bosque con un volcán en erupción):

 


 

Que las imágenes tuviesen tanto impacto fue útil para que me interesara en saber más sobre estos dinosaurios. Pero no sólo eso, sino también sobre otros títulos de la colección de libros. Al ver la última página de mi libro me di cuenta de que era el 4° en una colección de 40 libros. Esta colección, obra de Antonio M. Carneiro con título «Panorama Cultural», era editada por la casa «Novaro – México». A continuación una captura de los primeros títulos que tuve la oportunidad de adquirir. Nótese los nombres de los primeros 5, desde «La Tierra y su lugar en el Universo» hasta «Mamíferos Prehistóricos»:

 


 

Poco a poco mis papás fueron adquiriendo los tomos restantes de esta colección que estaban a la venta en los puestos de revistas. Al de los Dinosaurios siguió el de la Tierra, y luego el de «Principio y Evolución de la Vida» y posteriormente «Del Pez al Hombre». El título «La Tierra y su lugar en el Universo» fue adquirido cuando ya empezaba a leer. Fue muy interesante enterarme por la lectura que además de la Tierra había otros «planetas» girando alrededor del sol. Entre ellos un misterioso planeta rojo que tenía una serie de supuestos «canales» cuyo origen se sospechaba no natural. Incluso el autor sugería que podrían haber sido fabricados por «marcianos». Muy interesante para un crío de 6 años. Después de leer este tomo, mi madre decidió ponerme a prueba y me hizo aprenderme los nombres de los 9 (en ese entonces Plutón era considerado el 9° planeta del Sistema Solar) planetas en el séquito del Sol. Resultaba curioso para amigos y familiares que me pasara recitando «Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón» mientras caminaba a solas por la sala de la casa.

 

Otra cosa que tambiérn marcó mis inicios en la ciencia es que en el 3er libro se esgrimían, sin decirlo abiertamente, las evidencias que sustentan la teoría de evolución de Darwin. Así que casi sin darme cuenta, desde chico comencé a entender lo que significaba el concepto de persistencia de las características que hacen más aptos a los seres vivos, el registro fósil y los pequeños cambios hereditarios a lo largo de periodos largos de tiempo. Por eso cuando a los 7 años me quisieron inculcar el catecismo católico, encontré las diferencias evidentes entre lo que dice la religión (creación de especies actuales) y la enorme diversidad de especies extintas que nos precedieron y cuyo registro fósil muestra con claridad.



Continuará…

 


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El límite de la razón… y de la irracionalidad

Posted by keithcoors_00 en 11 agosto, 2010

¿No te parece, que es una vergüenza para el hombre, que le suceda lo que a los más irracionales de los animales?

Sócrates



Desde Newsweek
Por Sharon Begley
Traducción y comentarios: KC


Por qué la evolución puede favorecer la irracionalidad.

Las mujeres son malas conductoras, Saddam Hussein planeó el 9/11, Barack Obama no nació en los EE. UU., e Irak tenía armas de destrucción masiva: creer cualquiera de estas afirmaciones requiere la suspensión de algunas de nuestras facultades de pensamiento crítico – y en lugar de eso sucumbir a la clase de irracionalidad que vuelve locos a quienes poseen una la mente lógica. Ayuda, por ejemplo, utilizar el sesgo de confirmación (ver y recordar únicamente la evidencia que apoya tus creencias, de forma que puedes relatar ejemplos de mujeres conduciendo a 50 km/h en el carril rápido). Ayuda también a no poner a prueba tus creencias respecto a los datos empíricos (¿dónde, exactamente, están las armas de destrucción masiva, después de siete años de rastreo de las fuerzas de EE.UU. en todo Irak?); a no someter las creencias a la prueba de plausibilidad (la falsificación de certificados de nacimiento de Obama ¿requeriría una conspiración generalizada?); y a no ser guiados por la emoción (la pérdida de miles de vidas estadounidenses en Irak se siente más justificada si se quiere vengar el 9/11).


El hecho de que los humanos están sujetos a todas estas deficiencias del pensamiento racional parece no tener sentido. La razón se supone que es el mayor logro de la mente humana, y la ruta a los conocimientos y a las decisiones sabias. Pero como los psicólogos han estado documentando desde la década de 1960, los seres humanos somos muy, muy malos en esto del razonamiento. No es sólo que seguimos nuestras emociones muy a menudo, en contextos que van desde las elecciones hasta la ética. No, incluso cuando tenemos la intención de desplegar toda la fuerza de nuestras facultades racionales, estas son a menudo tan ineficaces como los eunucos en una orgía.


Una idea radical en las filas de los filósofos y los científicos cognitivos sugiere por qué esto es así. La razón por la que caemos en el sesgo de confirmación, por la que somos ciegos a los contraejemplos, y por la que nos quedamos cortos de la lógica cartesiana en muchos otros casos, es que estas fallas tienen un propósito: nos ayudan a «diseñar y evaluar los alegatos que tengan por objeto persuadir a otra gente», dice el psicólogo Hugo Mercier de la Universidad de Pennsylvania. Las fallas de la lógica, proponen él y el científico cognitivo Dan Sperber del Institut Jean Nicod en París, son de hecho maniobras eficaces para ganar en las discusiones.


Eso pone al razonamiento pobre bajo una luz completamente diferente. Discutir, después de todo, es menos búsqueda de la verdad y más sobre superar los puntos de vista contarios a los nuestros. Así, mientras que el sesgo de confirmación, por ejemplo, nos puede inducir a error acerca de lo que es cierto y real, dejando que los ejemplos que apoyan nuestro punto de vista monopolizcen la memoria y la percepción, maximiza la artillería que manejamos al tratar de convencer a alguien de que, por ejemplo, realmente «llega tarde todo el tiempo». El sesgo de confirmación «tiene una explicación sencilla», argumenta Mercier. «Contribuye a la argumentación eficaz.»


Otra forma de razonamiento defectuoso aparece en acertijos de lógica. Consideremos el silogismo «Ningún C es B, todos los B son A, por lo que algunos A son C» ¿Es verdad? Menos del 10 por ciento de nosotros se da cuenta de que lo es, dice Mercier. Una razón es que para evaluar su validez requiere la construcción de contraejemplos (encontrar un A que es una C, por ejemplo). Pero encontrar contraejemplos pueden, en general, debilitar nuestra confianza en nuestros propios argumentos. Las formas de razonamiento que son buenas para la resolución de acertijos de lógica, pero malas para ganar discusiones, perdieron a lo largo de la evolución, contra las que nos ayudan a ser persuasivos, pero nos llevan a luchar con silogismos abstractos. Curiosamente, los silogismos son más fáciles de evaluar en forma «no hay seres voladores que sean pingüinos; todos los pingüinos son aves; por lo tanto algunas aves son no voladoras.» Eso es porque somos más propensos a discutir acerca de animales que de letras como A, B y C.


El tipo de pensamiento erróneo llamado razonamiento motivado también impide nuestra búsqueda de la verdad pero hace que las discusiones avancen. Por ejemplo, tendemos a buscar con mayor insistencia los defectos en un estudio cuando no estamos de acuerdo con sus conclusiones y somos más críticos con la evidencia que socava nuestro punto de vista. Así los conspiranoicos desestiman evidencias presentadas por los funcionarios de Hawai acerca de que el certificado de nacimiento de Obama es real, y los opositores de la pena de muerte son expertos para encontrar fallas en los estudios que concluyen que la pena capital disuade al crimen. Si bien el razonamiento motivado puede nublar nuestra visión de la realidad y nos impide la evaluación objetiva de las pruebas, dice Mercier, por sintonizarnos con los defectos (reales o no) de la evidencia, nos prepara para lanzar una estrategia avasalladora de argumentos.


Incluso la falacia de coste perdido, que ha animado tanto a los partidarios de una guerra perdida («Ya hemos perdido tantas vidas, que sería una traición retirarnos») como a los inversionistas en acciones perdedoras («He mantenido estos títulos tanto tiempo»), refleja el razonamiento que da la espalda a la lógica, pero gana discusiones, porque las emociones a las que apela son universales. Si Mercier y Sperber tienen razón, la falacia del costo perdido, el sesgo de confirmación, y otras formas de irracionalidad estarán con nosotros siempre y cuando los seres humanos disfrutemos de discutir. Es decir, para siempre.


Imagen de entrada: Scott Barbour—Getty Images. «El pensador» por el escultor Francés Auguste Rodin.


Comentarios.


Los resultados de Mercier y Sperber podrían explicar el por qué a veces los seres que amamos en ocasiones intentan apabullarnos con argumentos irracionales. Y es que desde muy jóvenes nos gusta «ganar» en estas confrontaciones diarias con los que nos rodean. Acabo de prohibir a mi hijo de 14 años que use la computadora como resultado de un argumento que esgrimió basado en falsedades (o en sesgo de confirmación); le habíamos autorizado usar la PC con internet por 30 minutos y se le hizo poco tiempo, por lo que argumentó en tono lastimero «¡Llevo tres dias sin usar la compu!». Era evidente que no era así, pero de seguro él no quiso recordar que la había usado ayer, antier y toda la semana.


Es obvio que su argumentación no era para desacreditar nuestro punto de vista como padres, sino para lograr su objetivo de usar la PC por más de 30 minutos. Su expresión de extrañeza cuando se le recordó que no había dejado de usar la PC ni un sólo día durante la última semana, mostró que le costaba trabajo recordar sus sesiones, dificultad a su conveniencia. Pero esa falla de razonamiento le costó la prohibición.


Así, hay mucha gente que no desea perder, aunque no se trate de una pérdida real sino de un leve retroceso. Algunos se empecinan en atacar y atacar y atacar hasta que se convierten en verdaderos energúmenos irracionales, llenos de rencor y sed de venganza. 


¿Hasta dónde resulta conveniente llevar esta situación? Mi adivinanza educada es que quienes lo hacen en forma reiterada, sin dar espacio a un resquicio de reflexión, eventualmente sufrirán algún trastorno, al estilo de una parálisis, o una diabetes o un ataque cardiaco. O en el peor de los casos, un arresto, una condena o la muerte misma. En realidad no vale la pena llevar a tal extremo la irracionalidad. Pero eso es asunto de ellos. Por acá nos gusta ganar, sí, pero no a costas de nuestra salud, de nuestra felicidad o de nuestra tranquilidad.


¡Bendita inteligencia y bendita razón que nos indican los límites de la irracionalidad!

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Los errores del Diseño Inteligente: Macroecolución y microcreacionismo

Posted by keithcoors_00 en 9 julio, 2010

Evoluciones progresivas que crecen cada vez más, son la materia de la historia.

Novalis



Desde eSkeptic
Por David Eller
Traducción: KC


Otro error en el diseño inteligente del creacionismo



Una táctica estándar utilizada por los creacionistas para atacar la evolución es contrastar la microevolución (es decir, dentro de la evolución de las especies, que ellos aceptan) con la macroevolución (es decir, entre la evolución de las especies, la cual rechazan terminantemente). La microevolución, conceden, puede o no ocurrir. Pero afirman que la macroevolución o bien nunca se ha observado o es teóricamente imposible. Argumentan que si bien la microevolución puede ser cierta, es trivial, y que la pretensión principal de la evolución – la evolución y la aparición de especies – o bien no está fundamentada o es falsa.


Esta falta de consideración sobre macrofenómenos, tales como la vida humana, la tierra, o el universo, sirve entonces como una oportunidad para sugerir que la creación es la única alternativa plausible para el origen de la vida. Esta conclusión padece de la falacia del tercero excluido o falso dilema (porque B es falso no significa que A sea verdadero). Pero, irónicamente, el «éxito» de de la empresa «científica» creacionista, en particular su más reciente y «seria» encarnación – el Diseño Inteligente (DI) – llega hasta este punto de basarse en afirmaciones relativas a pequeños procesos fragmentarios en subespecies más que los macroprocesos, que tiene tanto interés en negarlos para la evolución.


Yo sostengo en este artículo que el creacionismo se enfrenta a su propio reto de distinción entre lo micro y lo macro, y que el DI hasta ahora sólo ha centrado (y hecho afirmaciones) sobre microprocesos. Por último, quiero plantear que cualquier logro de la microcreación que haya obtenido o pudo haberse imaginado, ni apoyan el caso de la macrocreación ni debilitan el caso de la macroevolución.



Microevolución y Macrocreación

La síntesis moderna de la teoría evolutiva apunta a ser una teoría «completa». Postula los procesos que funcionan en los niveles de las subespecies, así como en los de las especies y de manera uniforme en todo el mundo viviente. Los detalles pueden variar, pero los sistemas bioquímicos, las especies y los sistemas vivos como un todo, evolucionarán por medio de procesos naturales. Por último, la mayoría de (si no es que todos) estos procesos – mutación, selección natural, deriva genética, simbiosis, etc – han sido identificados y descritos.


Incluso dentro de la teoría evolutiva, la distinción entre «micro cambios» y «macro cambios» es ampliamente aceptada. En el sentido más simple, la microevolución es la modificación de una especie. Es la (relativamente) pequeña variación o desarrollo que lleva, por ejemplo, a una especie de polilla a tener diferentes colores o que existan cepas diferentes de una especie de bacterias. El propio Darwin dijo lo mismo cuando describió la «descendencia con modificación», como la acumulación gradual de la novedad y la diversidad. Antes de pasar de una «masa crítica» de modificaciones acumuladas, la evolución se dará dentro de una especie. Sin embargo, en un momento dado, un umbral se llega a cruzar, y la novedad acumulada dará como resultado una transición entre las especies, la aparición de una nueva especie a partir de una anterior – es decir, especiación. Aún más, a un nivel todavía más alto, se debe cruzar un umbral para pasar de un orden completo, o una clase, o en última instancia un reino de especies: en algún momento, los primates deben apartarse de los mamíferos, los mamíferos de los reptiles, e incluso los animales de las plantas. Por supuesto, este logro podría llevar muchas, muchas generaciones, así que no esperaríamos observar que esto sucede ante nuestros ojos, a diferencia de la microevolución, que a menudo se observa en unas cuantas generaciones de una especie y dentro de la vida de un observador humano. Sin embargo, si se produce realmente la macroevolución, debería dejar algunas huellas, sobre todo «formas de transición», que enlazan primates con otros mamíferos, mamíferos con los reptiles, y animales con las plantas.


El creacionismo es más difícil de precisar, ya que tiene muchas versiones diferentes y  contradictorias entre sí. Algunos sostienen que uno o más seres sobrenaturales dieron existencia a todas las variedades de vida del universo, de una sola vez, con una palabra o pensamiento. Otros afirman que la creación ha sido un fenómeno más «en curso», con un creador trabajando a través de procesos físicos o naturales para lograr las condiciones existentes en la actualidad. Algunos piensan que todo fue un logro más reciente, algunos piensan que es muy antiguo. Algunos afirman tener conocimiento específico de la creación, otros ofrecen sólo la sugerencia de que hay o hubo una creación. No importa cuáles son los detalles, el creacionismo también pretende ser una explicación completa. De hecho, pretenda o no pretenda serlo, está obligada a ser completa, ya que ninguna teoría puede dejar hechos y procesos clave en paraderos desconocidos.


De los creacionismos disponibles, el que más busca y afirma la respetabilidad científica es el DI. Se compone de una variedad de actividades académicas, algunas «lógicas» o polémicas (en esencia, tratando de desacreditar la teoría evolutiva) y algunas «empíricas» o evidenciales. Entre los trabajos probatorios del movimiento, tal vez el libro de Michael Behe La Caja Negra de Darwin (1) representa mejor lo que significa «ciencia de la creación». En este libro, Behe describe, con terminología bastante técnica, ciertos sistemas biológicos, incluyendo los flagelos de los protistas, el ojo humano, y el sistema de coagulación de la sangre, y argumenta que revelan una naturaleza muy ordenada e «intencional». Cada sistema está montado a partir de piezas múltiples que individualmente no tienen ninguna función útil, pero que, juntos de una manera específica, tienen una función muy valiosa. Por lo tanto, estos sistemas evidencian una «complejidad irreducible» que no evolucionan (ni podrían evolucionar) sin querer. Las partes del sistema tenían que haber sido diseñadas a propósito, es decir en forma inteligente, con su objetivo – la combinación y la función – en mente.


El trabajo de Behe, y, hasta donde yo sé, el posterior trabajo del DI, no hacen ninguna afirmación empírica explícita sobre el diseño a gran escala. Por ejemplo, Behe no afirma en La Caja Negra de Darwin que los humanos fueron diseñados de forma inteligente o que la Tierra o el Universo fueron diseñados así. Hay, por supuesto, otros investigadores que intentan ampliar la noción de diseño, algunos de ellos asociados con el movimiento DI. Aquellos que favorecen el «principio antrópico» (2), especialmente en su «versión fuerte», insisten en que el universo mismo muestra tales cualidades complejas, poco probables e intencionales, que debió haber sido diseñado por una inteligencia no inmanente. Esto sin duda constituiría una visión «macrocreacionista». Una explicación creacionista científica de la aparición de la especie humana o de cualquiera (y todas) de las especies necesariamente sería macrocreacionismo.


Sin embargo, Behe y la mayor parte de los esfuerzos del movimiento DI no se dirige a este nivel ni a resolver estas cuestiones. Se centran en subespecies, fenómenos a nivel micro, como los flagelos y ojos. Estas explicaciones constituyen una especie de microcreacionismo – afirmaciones sobre la forma en que sistemas de nivel inferior, dentro de una especie o partes de sistemas, llegaron a existir. La microcreación, entonces, es perfectamente comparable a la microevolución. Pero tampoco es una teoría suficiente por sí misma. La evolución demanda una macroevolución, y el creacionismo demanda una una macrocreación.


Antes de proceder a preguntarnos si la microcreación apoya la macrocreación (y refuta la macroevolución), vamos a hacer otra pregunta: ya que el creacionismo de cualquier tipo tiene la intención de desplazar y sustituir la evolución, ¿por qué habría que dar crédito a la microevolución, que podría servir de base para la macroevolución? ¿Por qué tolerar cualquier nivel de la evolución? Una respuesta posible es que los creacionistas DI no ven la microevolución como amenaza para su programa. Mientras que las cualidades «básicas», o «fundamentales», o «irreductibles» se pongan en movimiento – algo que no podría haber ocurrido a través de procesos «ciegos» y «tontos», de acuerdo con los simpatizantes del DI – entonces pueden permitirse retoques del tipo microevolutivo. En otras palabras, un diseñador inteligente es necesari para diseñar el ojo, pero una vez diseñado, el ojo podría microevolucionar hacia versiones diferentes.


Una respuesta más probable, sin embargo, es que los creacionistas DI no niegan la microevolución porque no pueden negarla. Es perfectamente obvio e incontrovertible que sucede. Observamos variaciones en rasgos, incluso características totalmente nuevas, que surgen de manera rutinaria y habitual en las especies existentes. Las bacterias y los virus (micro-) evolucionan hacia nuevas cepas resistentes a los medicamentos. Insectos (micro-) evolucionan hacia nuevos tipos. Hasta los seres humanos tenemos perros y gatos artificialmente (micro-) evolucionados, por ejemplo, en una plétora de diferentes razas, y con las tecnologías genéticas nos encontramos en el punto – o hemos cruzado el punto – de (micro-) evolucionar todo tipo de plantas y animales. Se requeriría un grado suicida de estupidez para negar que la microevolución ocurre bastante a menudo y con facilidad. Los creacionistas científicos insisten, sin embargo, que tales hechos no tienen nada que ver con y prestar oídos a la macroevolución.



¿Es la Microcreación un argumento efectivo?

Es fácil ver que la teoría y la investigación DI es una especie de proyecto microcreacionista, a la par con la microevolución. Ambos programas son interesantes, pero ninguno se refiere a la pregunta más grande e inevitable. Sin embargo, nadie dudaría que la microcreación tiene la intención de allanar el camino para la macrocreación, de la misma manera que la microevolución es un paso incremental en la macroevolución. Entonces, las dos preguntas para nosotros son: (1) ¿La microcreación hace más sólido el caso de la macrocreación, y (2) ¿La microcreación hace más débil el caso de la macroevolución?


Desafortunadamente para los entusiastas del DI, ambas respuestas son no. Es, en definitiva, un argumento ineficaz, aun cuando se probase como cierto.


¿Por qué la microcreación no refuerza el caso de la macrocreación? En primer lugar, en el mejor de los casos la macrocreación es una analogía o extrapolación de la microcreación y en el peor una mala aplicación errónea de la misma – un ejemplo de la falacia de composición. Esta bien conocida falacia establece que no se debe atribuir una característica de un objeto completo, simplemente porque se atribuye a una parte del objeto. Lo mismo podría ser sostenido sobre la microevolución, pero en realidad no puede ser, como veremos más adelante.





Uno de los muchos cargos graves contra la microcreación es que no ofrece ninguna clase de mecanismos específicos para el proceso de creación. Si se ha diseñado un flagelo, o un ojo, o un sistema de coagulación ¿cómo se diseñaron? Una afirmación no es científica o teórica simplemente tomando asuntos factuales como su tema principal; una respuesta científica o teórica sugiere algunos mecanismos o medios por los cuales estos hechos se produjeron. Al decir «fue diseñado» no se dice nada. ¿Cuáles son los pasos en el proceso de diseño? ¿Cómo es que el diseño se implementa en la materia física real? Si estas preguntas no pueden responderse en el nivel de microcreación, entonces ésta es inútil como premisa para el nivel macrocreación.


Relacionada con la cuestión del método de diseño está la pregunta del diseñador: ¿quién o qué es este diseñador? Los teóricos de DI no puede eludir el hecho de que una entidad inteligente específica se postula como la solución a lo que ellos consideran problemas insuperables de otro modo; procesos naturales «sin sentido» no pueden dar cuenta de los resultados, así que debe haber un procesador consciente. Pero de nuevo, esta es una respuesta nula si no tiene más contenido. Es cierto que Behe especula sobre un creador, suponiendo que podría ser una forma de vida extraterrestre o un ser interdimensional, o incluso a la idea convencional de un dios. Sin embargo, la especulación no es conocimiento, y la respuesta – cualquier respuesta – sobre la que se asienta el DI, se enfrenta a otra pregunta aún más inquietante: ¿de dónde proviene de ese diseñador? Si todos los fenómenos irreductiblemente complejos tienen un creador, y el creador es de una complejidad irreducible, entonces el creador debe tener un creador, ad infinitum. Al no haber resuelto este problema (de hecho, probablemente comenzó siendo un problema sin solución), no se puede extrapolar una solución de lo micro a lo macro.


Por último, aunque la microcreación podría resolver un microproblema – es decir, la explicación de la «función» o «fin» a nivel micro – no dice nada ni puede decir nada sobre la cuestión de la macrofunción o macropropósito. Bueno, vamos a conceder que la finalidad de todas las partes de complejidad irreducible de un flagelo es la movilidad de un protozooario, y alguna inteligencia ha creado y montado las piezas para esa función. ¿Cuál es el propósito de ese protozooario? Una forma de vida unicelular es sin duda compleja, pero ¿para qué sirve? El diseño sin propósito es irracional; ser diseñado no tiene que significar sólo «diseñado por» sino «diseñado para». Vamos a conceder que el ojo humano está diseñado con el propósito de la visión de los humanos. ¿Cuál es el propósito de la visión? ¿Cuál es el propósito del ser humano? Del mismo modo ¿cuál es el propósito de un mosquito, un planeta o un universo? A nivel macro, el objetivo parece escapar, incluso si es detectable en el nivel micro. Supongo que podría ser posible concluir que una inteligencia diseñó el flagelo y luego dejó a los protistas su explotación, o que él / ella diseñó el ojo y luego dejó que los seres humanos le dieran uso, pero estoy seguro de que esto no es donde los macrocreacionistas quieren terminar, y en última instancia, también parece absurdo. No se puede dejar a flagelos y ojos esperando que algo interesante pase con ellos.


Así que parece que, incluso si admitimos las afirmaciones de los microcreacionistas (y no lo hacemos), esto no las apoya ni siquiera un poco. Consideremos, pues, nuestra otra pregunta: ¿Disminuye la microcreación la probabilidad o la sensatez de la macroevolución? Nuevamente, la respuesta es no. En primer lugar, la microcreación no refuta la microevolución y podría, de hecho, depender de ella, tal vez un diseñador diseñó el primer flagelo u ojo, pero a menos que él o ella fuese muy laborioso, cada una de instancias particulares de un flagelo o del ojo no fue creada de forma independiente. Es decir, incluso si concedemos que «el ojo» (el proyecto básico o plan para un ojo) fue diseñado, eso no quiere decir – y no creo que los microcreacionistas quieran insistir – que el ojo humano se diseñó de forma independiente que el ojo del gato, con independencia del ojo del pez, de forma independiente del ojo de pájaro, etc Así que podrían permitir, y probablemente deban hacerlo, tras haber establecido el «modelo» o «plan maestro» en movimiento, el diseñador pudo dar, o dio, un paso atrás y dejó a los procesos microevolutivos en funciones.


También, como hemos dicho, los creacionistas no pueden negar la microevolución, a menos que quieran sostener que cada vez que una nueva cepa de virus evoluciona, en realidad es el diseñador retrocediendo para rediseñar su creación. Si bien es posible imaginarlo, es difícil de creer e imposible de probar, y aún se plantea la objeción: ¿por qué un diseñador benéfico continúa mejorando sus plagas?


El aspecto realmente perjudicial de la tolerancia creacionista hacia la microevolución, sin embargo, es el siguiente: la microevolución tiene un mecanismo. Incluso el creacionista más obstinado que acepta la realidad de la microevolución, debe admitir que opera a través de procesos naturales tales como la selección natural, deriva genética, mutación, simbiosis,  selección preferencial, etc. Sin embargo, una vez permitidos estos procesos en el mundo, no hay modo de restringir su alcance. Si estos procesos pueden provocar modificaciones menores, o por lo menos dentro de una especie, en un tiempo reducido, en principio no hay razón para que estos mismos procesos no puedan efectuar modificaciones importantes, es decir, de especiación, sobre tiempos verdaderamente grandes.


Además, puesto que la microevolución no depende de un concepto problemático como el (micro-) propósito, no hay exigencias para que la macroevolución satisfaga cualquier (macro-) cualificación para un fin. La evolución, desde Darwin en adelante, se basa estrictamente en fuerzas «ciegas» o no-teleológicas, aquellas que funcionan igualmente bien en los niveles micro y macro. Es por ello que se indicó al principio que la evolución es una teoría completa, dado que abarca tanto micro como macro variación y el surgimiento de especies exactamente bajo los mismos mecanismos. No necesita (aunque podría hacerlo con un esfuerzo en consonancia) accesorios ni fuerzas o factores externos. En otras palabras, la microevolución es lo mismo que la macroevolución en todos los sentidos importantes, y la microcreación no puede cambiar y no cambia ese hecho. En realidad, es un salto mucho más grande de microcreación a macrocreación de lo que es de la microevolución a la macroevolución.


Una última objeción que algunos anti-evolucionistas podrían plantear es que las formas «de transición» que podemos predecir, no existen. Sostienen que esto debilita, si no falsifica, el caso de la evolución. La respuesta a este cargo es triple. En primer lugar, un gran número de formas de transición han sido descubiertas, y es poco ingenioso de los críticos seguir pidiendo «eslabones perdidos» cuando los vínculos se proporcionan; siempre es posible decir: «Bueno, usted ha encontrado un vínculo entre el 1 y 2, a saber, 11/2, pero ¿cual es el eslabón perdido entre 1 y 11 /2?». Esta reducción al absurdo debe ser resistida, y los creacionistas debe sentirse obligados a explicar cuando se cumple con las pruebas intermedias. Mi temor es que nunca se sentirán así.


En segundo lugar, los críticos de la evolución deben reconocer que la investigación evolutiva, no lleva tanto tiempo realizándose, y que las limitaciones de la fosilización y la excavación hacen que el descubrimiento de todas las formas, de transición o no, un asunto difícil. Algunos evolucionistas han llegado a sugerir que los períodos de transición pueden haber sido relativamente cortos y abruptos (la noción de «equilibrio puntuado»), una repentina especiación masiva similar a la extinción súbita y masiva al final del Pérmico y del Cretácico. Si este es el caso, entonces sería menos probable que las formas de transición sean descubiertas en el corto plazo. Algunos responden que se trata de una solución oportunista a un problema serio, y que puede ser una solución precisa al problema.


En tercer y último lugar, la demanda de las formas de transición es una espada de doble filo para los creacionistas. Los adversarios del creacionismo podrían con justificación solicitar pruebas de los diseños de transición. Estas pruebas podrían consistir en diseños que se encuentran entre otros diseños (es decir, el ojo de transición entre un humano y un gato o un ser humano y reptiles), o que están «en desarrollo» o sin terminar (es decir, proyectos para un ojo o un ojo «en curso»). Dado que nunca he oído hablar de tales evidencias, ni he oído hablar a un microcreacionista sobre tales evidencias, se puede llegar a la conclusión de que no existen. Por supuesto, ellos podrían responder que el diseñador no sólo es inteligente, sino perfecto, así que él o ella no tiene diseños a medio desarrollo o sin terminar, pero esta es un postulado de cualidad adicional del diseñador que se debe ser probada, y la afirmación es al menos tan oportunista como cualquier teoría del equilibrio puntuado que los evolucionistas han ido avanzado.






Conclusión: El fracaso de la Microcreación

La microcreación falla en todo sentido. No es una explicación completa de los fenómenos naturales. Se produce un error en un número de niveles: no tiene en cuenta las entidades de nivel macro, ni conduce inevitablemente a la macrocreación como una «segunda etapa» en la creación, ni plantea un mecanismo por el cual cualquiera de ambas podrían ocurrir. Además, no refuta la evolución como una explicación racional y completa de los mismos fenómenos. De hecho, en general, soporta la microevolución, que lleva inevitablemente a la macroevolución en una segunda fase de la evolución y prevé un mecanismo por el cual se realizan ambas.


Porque, al final, la microevolución no es más que la descendencia con modificación en el corto plazo, y la macroevolución es la descendencia con modificación en el largo plazo. En otras palabras, la macroevolución no es más que la acumulación de cambios microevolutivos. La única diferencia entre ellos es la escala de tiempo. No puede decirse lo mismo de la microcreación y la macrocreación. La macrocreación no es la acumulación de eventos microcreacionistas, y si lo fuera, entonces la macrocreación sería «ciega» o incidental. No se consigue un flagelo en el corto plazo y un protozoo en el largo plazo. ¿Dónde reside el flagelo mientras tanto? Podemos concluir con seguridad que la microcreación falla como una explicación de los fenómenos, incluso a nivel micro y que, incluso si tuviese éxito en ese nivel, aún no sería como base de la macrocreación.



Referencias


1. Behe, Michael. 1996. Darwin’s Black Box. NY: The Free Press.
2. Por ejemplo, Barrow, John y Tipler, Frank 1988. El principio cosmológico antrópico. NY: Oxford University Press y Tipler; Frank 1995. La física de la inmortalidad: la cosmología moderna, Dios y la Resurrección de los Muertos. NY: Doubleday.

(Reprinted with permission from the copyright holder the Skeptics Society and Skeptic magazine, www.skeptic.com)

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